Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️

Cap. 26 - Suerte.

- Espera - Dijo Alek mientras intentaba poner distancia entre nosotros.

Tomé su cabeza con una de mis manos para acercarlo y evitar que retrocediera y seguí besándolo. Triste, intensa y desesperadamente. Como si hubiera algo en sus labios que ayudara a disipar el dolor y ahuyentara la soledad. Quería creer que eso era real. En ese momento el efecto de la pastilla estaba convencida de ello. Me aferré a ese sentimiento lo más que pude.
Aunque él seguía diciendo que parara, podía sentir que la mano con la que me abrazaba antes me tenía sostenida. Como si su buen juicio le dijera que debía detenerse pero tampoco quisiera hacerlo.
Hasta que finalmente me tomó del rostro con sus dos manos y me alejó de él. Regalándome una mirada inundada en realidad y pesadumbre. Después de todo, él sí estaba consciente de que lo que estaba haciendo no era más que un reflejo del estrés por el que estaba pasando combinado con la droga.

- No tienes idea de lo mucho que me gusta esto, pero... - Dijo él mirándome fijamente - Estás drogada y no voy a aprovecharme de ti.

Se apartó de mí, dejando un gran espacio entre nosotros.
Me acomode en el asiento mientras pensaba en lo que había hecho, sabía que estaba mal, pero no me sentía mal por haberlo intentado siquiera, por el contrario, una sensación extraña inundaba mi pecho. Iván me miraba por espejo retrovisor y luego miraba a Alek, me había olvidado por completo que ellos dos estaban ahí enfrente.

 
El camino era largo y solitario. Todo estaba sumido en una tensión absoluta. Nadie habló hasta que llegamos a una enorme casa que estaba rodeada de grandes y hermosos jardines.
Pero eso no fue sólo lo que me llamó la atención.
Al entrar por la reja en la camioneta pude ver que por todo el jardín había muchos guardias, incluso tenían perros enormes y aterradores.
Conforme avanzábamos había cada vez más guardias, hasta llegar a la entrada principal, ahí había dos hombres de traje.

- Es hora - Dijo Alek seriamente. 

En ese momento los dos hombres abrieron la puerta de la camioneta, primero bajo Alek y enseguida bajé yo, ya cuando estábamos caminando hacia la puerta de entrada Iván y Aurora se fueron... ya no había marcha atrás.
Cuando llegamos a la puerta, dos mujeres con traje sastre la abrieron de par en par para dejarnos pasar. Alek se quitó el abrigo y yo hice lo mismo, ambos se los entregamos a las mujeres que nos habían abierto las puertas.
Lo primero que vimos fue la sala de estar y unas enormes escaleras que alzaban imponentes y elegantes frente a nosotros. Nuestras pisadas hacían eco al chocar contra el mármol finamente pulido. Todo era demasiado lujoso, había pinturas y esculturas por doquier. Los muebles de madera se levantaban por donde se viera, completamente llenos de detalles meticulosos, todo hechos a la medida para la mansión. En el techo colgaba un enorme y resplandeciente candelabro de cristal que podía atrapar la atención y la mirada de cualquiera para admirar por horas su belleza. 

Me sentí inmersa y perdida ante tal repentina muestra de belleza de un lugar que había presenciado tanta maldad y perversidad.

-Acompáñenme por favor, los esperan en el salón principal - Dijo la mujer a nuestras espaldas sin levantar la mirada y solo extendiendo su mano hacia un lado para que continuáramos con nuestro recorrido.

Nos guió por un largo pasillo, no había ninguna puerta, sólo era extenso e interminable corredor con una larga y elaborada alfombra y un papel tapiz hipnótico el cual parecía moverse conforme avanzábamos. Me pregunté si eso era real o si tal vez se trataba todavía del efecto de la pastilla consumida ya una hora atrás. A los costados se extendían vastas pinturas en la pared y algunas pequeñas mesas de mármol negro con flores hermosas, todas ellas de diferentes tonalidades rojas.
Conforme íbamos avanzando, las pinturas renacentistas en la pared se volvían cada vez más tenebrosas e incluso grotescas. Cuando finalmente llegamos a la enorme puerta roja que se encontraba al final del pasillo, nos detuvimos por un momento.