Cap. 11

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Corrí hacia Alek y me arrodille junto a él para ver que estaba pasando, había caído de lado así que lo empuje del hombro para que quedara bocarriba, cuando lo hice me di cuenta que estaba sangrando mucho de una herida que tenía en el pecho, cerca del hombro y de otra herida cerca de abdomen. Levanté su camisa para poder ver mejor, parecían heridas hechas con una navaja.

Intenté hablarle y hacer que reaccionara pero solo se despertaba por algunos segundos y volvía a desmayarse. En un momento despertó y aproveche para ayudarlo a levantarse, lo estaba ayudando a caminar hacia el cuarto cuando quedo inconsciente de nuevo. Todo su peso cayó sobre mí y yo como pude lo seguí arrastrando. Cuando llegamos a la cama lo empuje con todas las fuerzas que tenía y cayó en el colchón.

Miré mis manos y mi ropa, estaba completamente manchada de sangre. Me congelé por un momento, la imagen de la sangre me provocó nauseas y sudor frío. ¿Qué se suponía que hiciera en una situación así? Mi cabeza no lograba procesar idea alguna. 

Le quité la camisa y la hice a un lado, corrí al baño y tomé una toalla, se la puse sobre la herida del abdomen porque era la que estaba sangrando más, comencé a hacer presión para evitar que se desangrara y mientras lo hacía, dejo caer al suelo algo que tenía en la mano... eran las llaves.

Las miré por un momento que me pareció eterno aun con mis manos sobre la toalla que poco a poco se empapaba en sangre, dudando en qué hacer. Me quedé estática mientras sentía como mi corazón comenzó a latir apresuradamente. Me separé por un momento de él y tomé las llaves entre mis manos ensangrentadas, junto con algunas llaves de diferentes tamaños también había la llave de un auto.

Busque en las bolsas de su pantalón y encontré un teléfono, lo mire y después miré a Alek desangrándose en la cama, ni siquiera lo pensé, simplemente comencé a retroceder, cuidándome la espalda, vigilando que Alek no reaccionara repentinamente. Hasta que sin perder más tiempo me eché a correr.

 Subí las escaleras lo más rápido que pude, tome las llaves, pero antes de siquiera intentar usarlas, la puerta se abrió sin problema alguno. Cuando logré llegar arriba confirmé que había estado en un sótano todo este tiempo, debajo de lo que parecía una especie de bodega abandonada, totalmente vacía, sucia y obscura. El techo era de lámina y tenía algunos agujeros que dejaban ver el cielo nocturno y completamente despejado. 

Comencé a correr hacia la entrada, la cual no tenía puerta

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Comencé a correr hacia la entrada, la cual no tenía puerta. Entre la completa oscuridad. Sin importarme que estuviera descalza. Sentía como se clavaban algunas cosas en mis pies, provocándome dolor, pero no me importaba, ese dolor no era suficiente para detenerme. Mientras corría  tan rápido como mis piernas me lo permitían, comenzaron a llegar flashbacks a mi cabeza. Comencé a recordar, como piezas de un rompecabezas incompleto, el momento en el que Alek me había llevado a ese lugar. El sonido de candados y cerrojos, el sonido de mi libertad siendo arrebatada... Pero al mismo tiempo, esa reminiscencia me llevó de regreso a los momentos en los que persistentemente se negó a dejarme morir, la forma obstinada en la que había decidido salvarme la vida. Todos  los momentos en los que cuidó de mi... pensé que me estaba volviendo loca y que en realidad eso nunca había pasado. Pensé que una vez más mi mente estaba jugando conmigo y me mostraba imágenes de una realidad completamente ajena a este momento.

 Al llegar finalmente a la puerta, el aire frío pegó en mi rostro. Respiré profundamente, me llené de aire fresco sin recordar la ultima vez que había disfrutado del simple hecho de respirar.
Pero había algo que interrumpía en mi mente, como si estuvieran martillando dentro de mi cabeza... Los recuerdos que continuaban llegando a mi. ¿Qué me esperaba a partir de ahora? ¿Realmente sería capaz de sobrevivir yo sola? ¿Sería capaz de volver por mis propios medios?

 Acompañada de la tortura que implicaba dudar de mi misma y de cada uno de mis movimientos, Los recuerdos no se detuvieron hasta que inevitablemente comenzaron a remorderme la conciencia. Y sin darme cuenta comencé a correr cada vez más despacio hasta que por fin me detuve. Estaba ya a algunos metros de aquella bodega abandonada. De mi prisión impuesta a la fuerza. Frente a mi estaba un auto estacionado. Lo miré por un momento, perdida ante la repentina libertad frente a mis ojos y después me giré para mirar la bodega una vez más... ¿Realmente iba a dejar morir a alguien? ¿En esta clase de persona me habían convertido?

El teléfono que aún tenía en la mano comenzó a sonar, asustándome por completo, cuando miré la pantalla pude distinguir entre manchas de sangre el nombre de Iván. Entonces comenzó mi lucha interna entre si dejarlo morir, responder para que Iván fuera a ayudarlo e irme, aun sabiendo que si tardaba en llegar moriría o responder y regresar a ayudarlo. 

Hay decisiones que sabes que sin importar cual sea la resolución, te cambiará la vida por completo, esté sin duda fue uno de esos momentos. Pues estaba completamente consiente de que mi vida, mi destino y mi futuro, dependían enteramente de esa decisión. No había tiempo para la duda y la vacilación. No había tiempo de pensar en pros y contras. Tenía una vida en mis manos. 

El teléfono seguía sonando en mis manos mientras miraba en todas direcciones a mi alrededor intentando encontrar alguna señal divina que me indicara que hacer. Que me ayudara a decidir el camino por el que debía llevar mi vida. Mi respiración se entrecortó, el temblor de mis manos acompañó el sudor en mi frente. Me sentía atrapada entre la espada y la pared. El precio que debía pagar por mi libertad era terminar con la vida de esa persona.

El teléfono dejó de sonar.

Me maldije mil veces a mí misma y comencé a correr de regreso mientras desbloqueaba el teléfono que afortunadamente no tenía contraseña. Llamé a Iván y tardó solo unos segundos en contestar.


-¡Iván, Alek está muy herido y está perdiendo mucha sangre! - Le dije llegando a las escaleras.

-Voy para allá, haz presión en las heridas - Dijo él y colgó. 


Bajé las escaleras de algunos saltos, cuando entré y llegué al cuarto seguía ahí, exactamente en la misma posición en la que lo había dejado.

Rápidamente volví a tomar la toalla y a hacer presión en la herida, recordé haber visto un botiquín grande en el baño así que corrí por él, lo llevé a la cama para abrirlo. Entonces recordé que en el diario de Anya había un consejo para detener el sangrado, un procedimiento rápido, pero sumamente doloroso y definitivamente no era agradable.

Cerré los ojos concentrándome en aquellas palabras escritas, era como si alguien estuviera narrando dentro de mi cabeza los pasos que había leído. Fui a la cocina y tomé él único cuchillo de metal sin punta y sin filo que Iván me había dejado y lo puse sobre el fuego de la estufa que afortunadamente se encendió. Corrí a lavarme las manos, tomé agua en un balde, volví a correr a donde estaba Alek y comencé a limpiar la sangre alrededor de la herida del pecho para a secar con otra toalla y gasas del botiquín. Tomé la botella de alcohol y la vertí sobre la herida, Alek hizo una mueca y se retorció de dolor aunque aún seguía inconsciente, ahí supe que no sería fácil.

Fui por el cuchillo y lo tomé con un trapo, estaba al rojo vivo. Regresé hasta donde estaba Alek lo miré por un momento, esperando que no me golpeara por lo que estaba a punto de hacer y finalmente puse el cuchillo sobre la herida. Escuché como la piel se quemaba, al mismo tiempo que Alek dejaba escapar un alarido de dolor. Me tomó de la muñeca, pero antes de que pudiera apartarme o lastimarme volvió a caer inconsciente.  Cuando retiré el cuchillo, la herida se veía terrible, pero había dejado de sangrar por completo. 

Repetí el procedimiento con la otra herida, pero Alek no despertó, en todo momento me pregunté si había muerto. Me concentré en ello para evitar los gritos dentro de mi cabeza que me sentenciaban por  haber vuelto.

Apenas había terminado con ello cuando Iván entró corriendo a la habitación cargando una maleta, la dejó en el suelo y me miró extrañado, completamente confundido y sorprendido. No preguntó nada, simplemente se limitó a acercarse a Alek, revisarlo y comenzar a curar las heridas. Me pidió que esperará en la cocina pero aún así podía notar que de vez en cuando me miraba de reojo, casi como si estuviera intentando encontrarle sentido a la situación.

Y ahí estaba yo, sentada en el piso, con los pies lastimados, cubierta de sangre y atrapada de nuevo por voluntad propia.

Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora