Cap. 40 - Impulsivo.

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Cuando una persona es impulsiva por naturaleza, toda su realidad se ve teñida por un aire de tragedia que empeora cada situación por más mínima que sea; y aunque Alek no había sido así toda su vida, había aprendido en base al dolor que las personas mienten a pesar de que sus miradas denoten confianza.

Había aprendido que era mejor seguir ese instinto impulsivo, antes de sentir dolor una vez más y ese había sido un buen mecanismo de defensa, hasta que llegó el fatídico día en que tendría que ponerlo a prueba con la persona que menos quería hacerlo... Pero aunque quisiera no podía evitarlo.

Alek se encontraba embriagado en el placer y el amor que Gisell le había entregado de forma tan repentina, la sensación de tenerla por completo lo rodeaba como un dulce perfume que se impregnaba en cada milímetro de su piel y entraba en cada uno de sus poros para quedarse dentro de él para siempre.

El sonido de su voz suplicándole que fuera más rápido, más despacio, diciendo su nombre mientras apretaba su espalda y gimiendo junto a su oreja, lo hipnotizaba por completo, haciéndolo desear escuchar ese sonido por el resto de su vida.

Y de pronto se encontró a él mismo pensando en la absurda e irreverente idea de estar para siempre así con ella, de que fuera sólo suya y de nadie más.
De que nadie pudiera ver sus ojos, esos que lo desarmaban cuando lo miraba fijamente, de que nadie pudiera sentir sus labios, cuyo contacto lo hacía perder el control sobre sí mismo.
Que nadie pudiera ver los hoyuelos en sus mejillas porque no le sonreiría a nadie más que a él. Que nadie pudiera tocar su inexperto cuerpo, ese que lo volvía loco, el cuerpo que le gustaba sentir teniendo espasmos de placer entre sus brazos.

Alek se encontró a sí mismo planeando una ridículamente larga vida junto a ella.

Pero sin saberlo, había muchas personas acechando aquella felicidad, como si fueran inevitablemente atraídos por la luz que Gisell transmitía y alguien planeaba a fondo la manera de derrumbar todos sus planes y la poca estabilidad que había logrado construir gracias a la confianza que le brindaban las caricias de Gisell.

Esa mañana, mientras Gisell aún se encontraba dormida Alek se levantó de la cama, la miró ahí, desnuda, apenas cubierta por la sabana que contorneaba su cuerpo y haciendo un esfuerzo sobrehumano, se alejó un poco de ella, le dio un beso en la frente y se marchó, a pesar de que todo su instinto le gritaba que se quedara con ella.

Se arrepentiría para siempre de esa decisión.

Ya que la noche anterior, mientras ellos estaban perdidos y ahogados en el placer de sus cuerpos, Kalev se escabullía hasta la habitación de Gisell y le dejaba un "obsequio" supuestamente de parte de Alek sobre su cama.


Cuando Gisell se despertó y se encontró sola en la habitación de Alek, se levantó para comenzar con su rutina diaria. Habían pasado ya un par de semanas desde que lo habían hecho por primera vez, disfrutaban pasar el día juntos y su relación no hacía más que mejorar, todo se sentía bien... se sentía tan bien que eso le provocaba ansiedad a Alek y cierto grado de angustia a Gisell.

Mientras se duchaba, comenzó a pensar y rememorar cómo habían comenzado las cosas, en aquellos días jamás hubiese imaginado que terminaría de esa forma, teniendo una relación tan íntima y romántica con la persona que le aterraba. El ambiente había cambiado por completo e incluso en ese momento, aunque la sensación de que alguien la miraba al igual que siempre cuando se duchaba seguía ahí, casi podía hacer que pasara desapercibida. Cuando regresó a su habitación envuelta en una toalla, se dio cuenta que sobre su cama había una nota, con un dulce parecido a un malvavisco.

"Espero que la hayas pasado tan bien como yo anoche... sólo quiero saber si vas a quedarte conmigo, ve a buscarme si eso es lo quieres, habrá una pelea hoy"

Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora