Cap. 37 - Su razón de ser.

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Cinco semanas después de la pelea Alek ya podía levantarse con más tranquilidad aunque aún necesitaba mi ayuda y yo trataba de estar ahí para lo que necesitara, era lo menos que podía hacer después de haber recibido una paliza de tal magnitud por mi culpa.

Me ocupaba de preparar comida lo mejor que podía, ayudarlo con su horario para los medicamentos que Iván llevaba constantemente aunque él insistía en que no era necesario. Nuestra relación había mejorado considerablemente pues ahora era necesario que interactuáramos más seguido. Limpiaba la casa tanto como podía, mantenerme ocupada me ayudaba a distraer mi mente de pensamientos negativos y recuerdos relacionados a Darko.

Luego de una cómoda rutina en la que incluso había aprendido el extraño horario para dormir de Alek, finalmente llegó el gran día en que me atreví a salir sola por primera vez en un largo tiempo. La cocina se estaba quedando sin provisiones, Iván no iría a reabastecernos hasta días más tarde, por lo que luego de pensarlo seriamente un largo tiempo mientras me encontraba sentada en la cocina, con las manos entrelazadas frente a mi cara, repasando todo lo que podía salir mal, di una palmada contra la mesa completamente decidida a salir.

Sabía que Alek guardaba el dinero en uno de los cajones en su cuarto, él mismo me lo había dicho por si algún día llegaba a necesitarlo. Al entrar lo vi completamente dormido, los medicamentos lo dejaban prácticamente noqueado por algunas horas, por lo que podría ir y volver sin ningún problema antes de que siquiera se diera cuenta. Tomé el dinero y fui a mi habitación, el tiempo que me tomó cambiar mi ropa fue equivalente a lo que me tomó prepararme mentalmente para salir.

Volví una vez más a la habitación de Alek para tomar las llaves, pues sabía que siempre mantenían las puertas de la entrada cerradas con diferentes cerrojos. Apenas había puesto un pie afuera sentí que un arrepentimiento me arrastraba hacia atrás, pero al armarme de valor, finalmente salí por completo cerrando la puerta detrás de mí.

Tal como ya lo había visto, me encontraba en una ciudad completamente diferente a mi lugar de origen, eso representó un gran problema, pues no tenía idea de donde se encontraba el centro comercial más cercano, tampoco sabía las líneas o rutas de los autobuses. Pensé en tomar un taxi y simplemente pedirle que me llevara al lugar más cercano pero una vez que sentí el cálido viento de primavera y el sol contra mi piel no pude evitar la tentación de permitirme, por lo menos un momento, disfrutar de esa improvisada libertad. Simplemente camine disfrutando de la vista de un paisaje nuevo y desconocido, siempre teniendo cuidado de recordar el camino que estaba recorriendo para así poder volver.

Observar las crecientes flores, los árboles moviéndose gentilmente con el viento, la gente caminando en todas direcciones viviendo su vida con normalidad, incluso el ruido de los autos pasando y barullo de las calles me brindó el mejor obsequio que pude haber pedido. En el trayecto pregunté a diferentes personas por el centro comercial más cercano, quienes amablemente me brindaron indicaciones. Interactuar con las personas estaba resultando más fácil de lo que había pensado y eso mejoró aún más mi ánimo.

Al llegar, me sentí perdida entre los pasillos con los anaqueles repletos de cosas, sin embargó, solo tomé lo más indispensable pues no podría cargar demasiado yo sola en un trayecto tan largo. Al momento de pagar, el nerviosismo me ganó por lo que el dinero se resbaló de mis manos y tardé un momento en levantarlo. Recibí la mirada desconcertada de la cajera y los otros clientes, lo que me trajo una marea de inquietud y preocupación.

Luego de salir y poder volver a respirar el aire fresco de afuera comencé el trayecto de regreso. De camino, pude observar una gran dulcería cuya fachada era agradable a la vista. Inmediatamente pensé en Aurora y decidí comprar para ella algún detalle pequeño, después de todo también había cuidado de mí y se había convertido en una gran amiga. Al entrar, lo primero que pude observar, casi como si brillaran dentro del mostrador de cristal, fue una gran cantidad de Macarons de diferentes colores. Alek me había preguntado muchas veces cuáles eran las cosas que me gustaban, si había algo que deseara o algún antojo que pudiera cumplir, pero estando en la situación que estaba no había logrado pensar en nada. Sin embargo, ahora que los tenía delante de mí, era como si los hubiera deseado con locura durante todo ese tiempo.

Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️Where stories live. Discover now