Cap. 55 -

1.8K 161 99
                                    

— ¿Alek? —pregunté con los ojos muy abiertos—. Kronos... —dije al mirar a la persona que estaba detrás de Alek.

Sentí una enorme presión en el pecho, como un mal presentimiento que no hacía más que augurar que algo malo estaba a punto de suceder. Veía Alek fijamente a los ojos, veía su rostro y cada una de sus duras facciones. En realidad, no había caído en cuenta de lo mucho que lo extrañaba hasta ese momento, sentí de pronto la necesidad de correr y lanzarme a sus brazos y lo único que me detuvo fue la retorcida sonrisa de Kronos detrás de él.

Nunca me había planteado lo mucho que el cuerpo puede extrañar a una persona por sí mismo hasta que en ese momento mis brazos temblaron en un intento desesperado por buscar la calidez del cuerpo de Alek.

Garett llegó corriendo detrás de mí, tan desconcertado como yo y se posicionó frente a la puerta, simplemente me hizo a un lado delicada pero apresuradamente y los dejó pasar.
Mientras ambos entraban, Kronos miraba su alrededor. Sabía que intentaba analizar nuestro entorno, en busca de algún fallo que le diese la oportunidad de sospechar sobre la aparente nueva relación entre Garett y yo.  Alek por otro lado, no me quitaba la mirada de encima sin importaba a donde me moviera o lo que hiciera. Expectante a cada uno de mis pasos e incluso a cada respiración agitada que yacía dentro de mi pecho.

— Me alegra mucho que estén disfrutando la vida de casados —dijo sarcásticamente—, pero ahora es momento de ponerse a trabajar. Garrett, tienes varios trabajos pendientes, trabajos que son urgentes y te irás ahora mismo —recalcó Kronos seriamente—. Puedo entender que tus nuevas responsabilidades maritales en la cama te mantienen ocupado, pero tu irresponsabilidad en el trabajo ha llegado a niveles ridículos. Abajo te está esperando el equipo y espero que esta sea la última vez que tenga que venir a buscarte personalmente.
— Bajaré en un momento —dijo Garett mirando a Kronos y luego mirándome a mí casi con vergüenza, disculpándose con la mirada por las desagradables palabras del anciano.

Mi ahora autonombrado nuevo esposo me hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera hasta la habitación, por lo que me fui con él sintiendo la mirada de Alek sobre mi espalda, entramos y cerró la puerta detrás de él.

— Voy a tener que irme por unos días, pero prometo que trataré de llamarte todos los días... Mañana vas al entrenamiento y le explicas a los otros que voy a estar ausente —dijo deprisa mientras se cambiaba de ropa frente a mí.
— ¿Es una broma? Sabes que me odian... van a comerme viva —No quería caer presa de mi nerviosismo, sin embargo, enfrentarme a 3 hombres que me doblaban la fuerza y además tenían un resentimiento genuino hacia mí, no me hacía ninguna gracia.
— Vamos, sé que puedes con ellos... No digas nada frente a Kronos, tiene que seguir pensando que estamos juntos para que no lastime a Alek y para que no ponga su atención en tu entrenamiento —susurró Garett y volvió a abrir la puerta—. Por favor si vas a hacer algo llámame, para no preocuparme.
— De acuerdo —susurré al mismo tiempo que atravesábamos la puerta.

Caminamos por el pasillo y llegamos de nuevo al recibidor en donde esperaban Kronos y Alek, visiblemente impacientes. Antes de salir, Garett me tomó de la cintura y me dio corto un beso en los labios para despedirse, estaba atónita, sorprendida y completamente sin aliento. Y aún a pesar de lo repentina que era la situación, una cálida sensación se apoderó de mi interior.
Solo lo había hecho para que Kronos siguiera pensando que éramos pareja, y no para hacer enojar a Alek ¿O sí?

— Bien, vámonos —dijo Kronos, pero antes de salir se giró—.  Por cierto... ¿Como va el entrenamiento?

Al escuchar eso Garrett y yo nos quedamos helados, sentí mi sangre caer hasta mis pies. No se suponía que Kronos supiera nada ya que ambos podíamos meternos en problemas. Para él, quedarían en duda sus intenciones de entrenar a un grupo de personas a espaldas de la organización. Por otro lado, si él lograba verme como una amenaza, podía buscar eliminarme sin necesitar otra razón más que el hecho de que se lo habíamos ocultado.

— ¿Qué pasa? ¿Pensaron que iban a poder ocultarlo? —dijo Kronos con una triunfal sonrisa—. Ya deberían saber que yo lo sé todo... y lo que no sé, no tardaran en hacérmelo saber.


Garett y yo nos miramos mutuamente mientras Alek sólo estaba ahí de pie con el ceño fruncido viendo a Kronos, esperando para ver cuál sería su reacción. Mi atención se centró inevitablemente en las venas saltadas de los brazos y el cuello de Alek. Aquella particularidad que solo ocurría cuando se encontraba tan tenso como atento a cada mínimo movimiento.


— No me provoca ningún conflicto —dijo Kronos lentamente—, al contrario... me han llegado los rumores de que eres buena, tal vez cuando termines decida qué vas a trabajar para mí.


Eso era malo, podía notarlo en la mirada de Alek y en la expresión descontenta de Garett. Finalmente salió y se fue, pero Alek se quedó. Lo miré fijamente con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados.

— A mí ni me mires, yo no sé lo dije —argumentó inmediatamente.
— ¿Ahora eres el perro de compañía de Kronos? —Lo miré fijamente, esperando alguna mala reacción o movimiento de su parte que me permitiera alejarme de él sin sentir el vacío que comenzaba a inundar mi pecho. Sin embargo, una vez que Kronos había abandonado el departamento, se le notaba mucho más en calma.
— Sabes que no tengo opción —respondió tranquilamente—. Además... era una buena excusa para verte, ya que no respondes mis llamadas y no has ido a ninguna pelea.
— No tengo nada que decirte y no creo que seas tan imbécil como para pensar que seguiría yendo a tus peleas como tu animadora personal, de esas ya tienes bastantes... Lydia, por ejemplo.
— Auch —se quejó ante mi comentario y dio un paso al frente, mismo que yo retrocedí—. Gisell ¿hasta cuando vas a estar enojada? ¿Hasta cuando vas a seguir con esto?
— Si entendieras al menos un poco de lo que siento, no me preguntarías eso. No tienes ningún derecho a...
—Lo sé, lo sé. Lo entiendo... Lo siento, fue una pregunta estúpida —interrumpió y por un par de segundos se quedó en silencio mirando al suelo, su sincera mirada de arrepentimiento hizo crecer el vacío en mi pecho. Antes de continuar, me miró sin decir nada y me observó detenidamente con una sonrisa inocente en el rostro... Una expresión que jamás había visto en él.
— ¿De qué te ríes tan de repente?
— Es que estoy feliz de verte...

El vacío se convirtió de golpe en mariposas en el estómago y aquellos cambios de emociones iban tan rápido que me provocaron nauseas. Supe en ese momento que mi estado mental estaba mejorando. Había pasado de no sentir nada a sentirlo todo de golpe.

— ¿Estás comiendo bien? Te veo más delgada.
— ¿Acaso estás intentando hacerme un cumplido?
— Por el contrario, estoy preocupado. No quiero que mueras de hambre, sé que cocinar no es lo tuyo y sinceramente no confío en nada hecho por las manos de Garett.
— Estoy bien... Garett cuida bien de mí y aunque no lo hiciera, puedo cuidarme sola —Aquella afirmación logró mostrarme una pequeña mueca de dolor apenas perceptible.
— ¿Podrías respóndeme una cosa con total sinceridad? —dijo Alek acercándose a mí, su mirada suplicante me pedía a gritos que respondiera lo que él quería escuchar— ¿De verdad eres feliz? ¿Estás feliz aquí... con él?

Lo vi directamente a los ojos, su mirada se cristalizaba mientras sabía que en su interior esperaba que yo le dijera que no, que no era feliz y que no podía serlo sin él, que no estaba bien y lo necesitaba para sentirme feliz y completa.

— Si, Alek... estoy feliz aquí —respondí escuchando el eco de su corazón y el mío partiéndose al mismo tiempo. Llevé mi mano a su pecho de forma compasiva—. Tienes que seguir adelante sin mí... No voy a volver.

Él se alejó un poco intentando parpadear lo menos posible para no dejar escapar una expresión de dolor, solo me sonrió ligeramente una vez más.

— Me alegro mucho de que estés feliz, pero mi promesa sigue en pie, yo voy a estar esperando y cuidándote, aunque no quieras que lo haga —dijo Alek mientras se iba alejando.

Cuando finalmente se fue, solté el aire que había estado conteniendo junto con un lamento. Había sido demasiado por un día.

Aunque la noche había transcurrido tranquila, seguía angustiada por Garrett, ansiosa por el encuentro con Alek y por si eso fuera poco, estaba nerviosa por estar a solas con los otros tipos con quienes ahora compartiría días enteros de entrenamiento completamente a solas.

Scott, Tom y León... los tres hombres más fuertes y estúpidos que conocí alguna vez.

Tom, el pelirrojo: tenía ojos verdes, delgado pero fuerte y muy ágil, de baja estatura, era solo un poco más alto que yo; bromista y podría parecer encantador, pero antes de eso primero parecería un acosador cualquiera. Tonto y algo torpe, siempre se le resbala todo de las manos. En algún momento durante uno de los entrenamientos de tiro, había dejado caer la pistola por accidente y la bala fue a impactar en el chaleco de León. Mientras que, en momentos ridículamente contrarios, lo vi detener cuchillos en el aire con unos reflejos casi inhumanos.
A veces su sentido del humor radicaba en lo absurdo, si algo te pasa, en definitiva, él sería el primero en burlarse. No era una mala persona, pero a mi parecer, se trataba de alguien demasiado influenciable.

León, el mudo: El mayor de todos nosotros, un hombre alto, no muy musculoso, pero si demasiado fuerte; Sus facciones afrodescendientes combinadas con su gran estatura y su porte lo hacían parecer una persona con la que no querrías meterte en problemas. Era un milagro poder escuchar la voz de León, ya que nunca hablaba a menos que fuera absolutamente necesario, algo que él y yo compartíamos en común.
Si alguien me hubiese dicho al principio que era una persona muda, me lo habría creído durante meses.
Él no molestaba a nadie, pero tampoco defendía a nadie, por lo que cuando los otros dos se metían conmigo, él sólo se quedaba detrás mirando en silencio. Su opinión respecto a mi presencia siempre fue todo un misterio.

Y finalmente estaba Scott, el idiota: un cliché absoluto del típico bully. Era guapo y él lo sabía, haciendo crecer a niveles exorbitantes su ya naturalmente gigantesco egocentrismo. De tez pálida, cabello increíblemente negro y ojos de un azul tan profundo que resultaba sencillo perderse en ellos; Su complexión era delgada pero también era muy musculoso; Tenía la misma estatura que Garett.
Su personalidad era todo un caso; Extrovertido, sarcástico, burlón, pero sobre todo muy inteligente y completamente ególatra.  Y todas esas características solo se veían opacadas por su estupidez social... Convivir con seres humanos normales definitivamente no era lo suyo.
Tomaba muy mal la derrota, nadie debía ser mejor que él y se molestaba especialmente si yo lo superaba en algo.

La excesiva atención y amabilidad de Garett los convenció de que la única razón por la que yo recibía felicitaciones por mi avance y elogios por mis habilidades era porque me acostaba con él.
A esto se le sumaba el hecho de que Garett era sumamente estricto y severo con ellos, les exigía demasiado y era completamente inflexible con temas ajenos al entrenamiento. Parecía una persona completamente diferente a con quien convivía todos los días en casa.
Y aunque observaban día con día la forma en la que me exigía y presionaba igual y a veces más que a ellos, el hecho de que llegábamos juntos y nos íbamos juntos, que de forma discreta demostrara más amabilidad y calidez hacia mí, les hizo llegar a esa no tan descabellada conclusión, tomando en cuenta el contexto y las “evidencias”.
Razón suficiente para odiarme y tratarme como una peste.


Esa mañana, Garett envió a uno de los hombres de Kronos para llevarme al lugar de entrenamiento. Supuse que esa era su forma de decirme que ya no hacía falta ocultar mi entrenamiento en absoluto y de cierto modo, eso fue tranquilizador.
Al entrar a los vestidores, fui recibida por las ya comunes miradas de fastidio y recelo.


— ¿Dónde está Garett? —preguntó Scott
— No vendrá por unos días, dijo que siguiéramos con el entrenamiento normal —dije seriamente mientras caminaba hasta mi locker con la esperanza de que el día no comenzara tan mal.
— Genial —Scott giró los ojos y me dio la espalda. No tener la aprobación de Garett durante un día de entrenamiento parecía ser una desgracia peor que mi presencia.

Mi locker estaba justo detrás de los suyos, por lo que no podían verme, pero si escuchaba todo lo que decían.

— ¡Ey! Koala —gritó Tom. Koala Era un apodo que me habían puesto porque decían que me la pasaba colgada de Garrett—. ¿Cuándo vas a contarnos lo que te pasó en la cara? —preguntó.
— Nunca.
— Seguramente fue en una pelea con otra loca por un hombre o algo así... ¿O te lastimó tu gatito? —dijo Scott mientras se burlaba ante la risa de Tom.

Salimos a correr, entrenar con el saco de boxeo, pasamos a armar y dar mantenimiento a las armas y después mi parte favorita, el campo de tiro al aire libre. Y el día terminó sin más incidentes que los comentarios desafortunados y poco graciosos a los que ya estaba acostumbrada.
Me parecía ridículo que un par de hombres adultos se comportaran como adolescentes que gustan de molestar a los demás.
Los días pasaron como una copia del anterior, las burlas, los murmuros, las risas, los insultos. Respiré profundamente y me tragué lo que sentía una y otra vez.


Respirar, cerrar los ojos, exhalar, apretar los puños y guardar mi enojo.


Respirar, cerrar los ojos, exhalar, apretar los puños y guardar mi enojo.


Respirar, cerrar los ojos, exhalar, apretar los puños y guardar mi enojo.


Respirar, cerrar los ojos, exhalar, apretar los puños y guardar mi enojo.


Juraba que en algún momento ese ciclo me motivaría de algún modo. Hasta que un día, simplemente no estuve dispuesta a aguantarlo más.

Aquella mañana, después de una corta llamada con Garett en los vestidores, parecían especialmente molestos. Incluso León, que normalmente se mantenía estoico ante cualquier situación, me empujó con el hombro al pasar junto a mí al salir de los vestidores.
No tenía idea de a qué se debía a aquel mal humor hasta que, al salir al campo de entrenamiento, me crucé junto a Tom mientras corríamos durante el calentamiento.

— Esta vez metiste la pata enserio ¿Cierto? —El tono de su voz por primera vez se volvió tan serio que dud.é por un momento que realmente fuera Tom quien me estaba dirigiendo la palabra.
— ¿De qué hablas?
— Erick vino esta mañana... Nos dijo que Garett no está porque lo enviaron a resolver algo que tú hiciste —dijo entrecortadamente aumentando su velocidad al final.
— ¿Cómo que algo que yo hice? —le dije cuando logré alcanzarlo.
— No tengo idea... Solo sé que, si Garett no iba a resolver esos asuntos, nos pondrían a todos a trabajar exclusivamente para Kronos... Y eso es una mierda —me miró de reojo y continuó—. No voy a convertirme en el esclavo de ese viejo por tu culpa.

Tom se detuvo en seco y comenzó a trotar en la dirección contraria. No detuve mi camino, sin embargo, la confusión me aturdió por algunos minutos. Garett no me había mencionado nada cuando hablamos esa misma mañana por lo que; o me estaba ocultando algo; o todo se trataba de algún juego sucio de Erick y Kronos para terminar con mi entrenamiento en paz.

Continué como de costumbre con el entrenamiento de todos los días, aún a pesar de los insultos y empujones que fueron más severos que nunca.

Y una vez en el campo de tiro, como siempre, Scott lo convirtió en una competencia, una competencia que claramente yo gané, ya que cuando se trataba de puntería yo era la mejor. Esa fue la gota que derramó el vaso.
Regresé primero a los vestidores, me preparé para irme de una vez por todas antes de que las cosas empeoraran y antes de dar el primer paso, los escuché entrar.


— Es una estupidez, una completa burla —dijo Scott molesto, golpeando todo lo que se cruzaba en su camino— primero nos humillan trayendo a alguien de tan poco nivel a entrenar con nosotros y ahora nos amenazan por algo que hizo esa estúpida.
— No hay de otra, sabes que es intocable —dijo Tom—. Si algo le pasa, Garett va a sacar los colmillos.
— Qué vergüenza, depender de alguien porque no puede ni cuidarse por su cuenta.

Caminé hasta llegar a unos metros de ellos para tenerlos en el rango de visión mientras seguían hablando. No sabía si pensaban que yo ya me había ido o si simplemente no les importaba, pero me quedé a escucharlos.

— Una zorra inútil nos quita tiempo, espacio y ahora también nos amenazan solo porque le abrió las piernas a Garett y quien sabe a quién más, tal vez hasta al mismo Kronos, es repulsivo... No me esperaba que Garett fuera tan imbécil.


Ni siquiera recuerdo el momento en el que tomé el cuchillo y lo lancé, me di cuenta hasta que éste ya estaba en el aire pasando frente a los ojos de Scott y clavándose en la pared junto a su cabeza, haciéndole un pequeño corte en el proceso.


— ¿Zorra inútil? Si no fuera buena en lo que hago ese cuchillo te hubiera dado en la cara —grité mientras me acercaba con pasos apresurados hasta él.
— ¡Estás loca! —Gritó
— Si, no tienes idea de cuanto —Le dije corriendo los últimos pasos que nos separaban y lanzándome contra él.

Caímos los dos al suelo y comenzamos a pelear ante la mirada atónita de Tom y el rostro inexpresivo de León. Dando, recibiendo y deteniendo golpes.
Scott me dio un golpe en la cara tan fuerte que le dolió la mano para intentar que me quitara de encima suyo, pero yo no hice ni siquiera una sola mueca de dolor.

— A eso le llamas golpe —Me burlé, escupí la sangre a un lado y se lo devolví en la nariz usando la parte baja de la palma de mi mano al menos tres veces antes de que llevara sus manos a su cara para cubrirse la nariz.


Era más fuerte que yo por lo que fácilmente me tomó y me lanzó a un lado haciéndome chocar de espaldas contra la pared.
Nos levantamos y me acerqué de nuevo a él, me recibió con un golpe en la cara y otro directo en el estómago.

— ¡Scott, ya! —Tom lo tomó del brazo al verme de rodillas en el suelo.


Fue como si el tiempo se hubiera detenido, ese golpe me transportó de regreso con Darko, todo a mi alrededor se transformó en el cuarto viejo y lleno de sangre. Sentí la impotencia corriendo por mis venas, el odio retumbando en mi cabeza y un escalofrío recorrer mi cuerpo.
Algo hizo un "clic" en mi interior y cuando levante la mirada, todo regreso a la normalidad. Me levanté con lentitud, solté una carcajada y lo miré fijamente mientras sentía el sabor de la sangre en mi boca.

— Me haces cosquillas —Me acerque mientras tiraba golpes y patadas, los primeros logró esquivarlos, pero poco a poco comencé a hacerlo más rápido hasta que ya no pudo esquivarlos y comenzó a recibirlos por completo.

Me acerqué un poco más, le di un cabezazo en la nariz, aproveché que se dobló del dolor y le di con la rodilla en la cara haciéndolo caer al suelo.
Tomé el cuchillo que momentos antes le había lanzado y se encontraba clavado en la pared y me puse sobre él. Le puse el cuchillo en el cuello y me acerqué a su cara para mirarlo directamente a los ojos.

Hice presión haciendo un pequeño corte del que comenzó a brotar sangre y me burlé ante su rostro palidecido. Me detuve al escuchar a León deteniendo a Tom por la espalda. Había sido suficiente para el mensaje que quería transmitir.

— Piensa en esto la próxima vez que quieras meterte conmigo —Le dije mientras al levantarme y lancé el cuchillo a un lado mientras lo miraba en el suelo. Me reí y pasé mi mano por debajo de mi nariz para limpiar la sangre.
Miré por encima de mi hombro a Tom y León quienes estaban a mis espaldas—. ¿Alguien más tiene algún problema conmigo?

Encadenada al Amor [COMPLETA]✔️©️Where stories live. Discover now