XV. Equinoccio de otoño

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Los petardos que se oyen fuera de la destartalada choza nos distraen de la conversación. En ese momento nuestras miradas lo dicen todo, hemos firmado un pacto no verbal para dejar el tema estar durante un rato. El ambiente se siente muy pesado aquí dentro así que camino hacia la salida, necesito despejarme. Retiro la cortina y veo que hay velas iluminando todos los caminos de barro y las vallas que rodean las chozas colindantes. Estas chozas están decoradas con banderines de color naranja, rojo y amarillo.

Dejo la cortina caer detrás de mí y observo con curiosidad. El aire trae consigo un ligero olor a comida recién hecha y los petardos casi logran camuflar el sonido de instrumentos de percusión sonando en la distancia.

Noto una presencia detrás de mí, miro por encima de mi hombro antes de girarme completamente para encontrarme con el Capitán.

― Deben estar celebrando la caída de una sección entera de enemigos. ― el hombre está dejado de caer contra el marco de la puerta.

Sigo su mirada perdida en el negro cielo. Se ven todas las estrellas brillando en la oscuridad, con la cantidad de farolas que hay en la base es difícil tener una vista como esta. La brisa fresca acaricia mi piel y juguetea con mi oscuro cabello. Me siento fuera de lugar en esta paz que nos rodea. Mi corazón aletea dolorido después de todo lo que ha estado sucediendo; muertes, misterios imposibles... Me gustaría poder fingir por un momento que no pasa nada, me gustaría poder disfrutar de esta escena sin notar todos estos tortuosos sentimientos como si fuesen un molesto ruido de fondo que nunca cesa.

― Este olor a comida casera me recuerda a mi abuela. ― afirma él con los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra el marco.

Mi estómago reacciona antes que yo y se queja de modo bastante audible. Me llevo las manos al abdomen en cuanto oigo al Capitán riendo.

― ¿Quieres que vayamos a husmear? La verdad es que yo también tengo hambre. ― hago el intento de negarme pero él me detiene sosteniendo su dedo índice justo delante de mi cara ― Ni se te ocurra decirme otra vez que puedes sobrevivir sin comer. Entra y diles a los demás que se unan.

Asiento y me retiro rápidamente.

Neela, Skylar y Finn están sentados en el suelo charlando y riendo tranquilamente. Aprieto los puños con suavidad, ¿cómo lo hacen?¿Cómo consiguen estar despreocupados cuando hace tan sólo un rato estaban llorando y discutiendo?

― ¿Te pasa algo, Lilith? ― pregunta Skylar al percatarse de mi presencia.

Agito la cabeza ligeramente antes de dar una contestación.

« Quizás siento envidia de vuestra capacidad para dejar ir las cosas aunque sea sólo por un momento. » Es la respuesta que doy en mi cabeza.

― No. ― aseguro con frialdad ― Huele a comida fuera así que deberíamos ir a cenar.

Skylar se da un golpe suave en la frente con la palma de la mano y se pone en pie.

― Mierda, se me había olvidado. Hoy es la celebración de la llegada del otoño. ― le miramos confusos y él nos devuelve la mirada con los puños en la cintura ― ¿Sois todos de ciudad o qué?¿Nunca habéis celebrado el equinoccio de otoño?

Finn y yo nos miramos desconcertados pero Neela agacha la cabeza, parece avergonzada.

― Bueno, entonces concededme el honor de guiaros a través de vuestro primer festival del otoño. ― El chico de pelo castaño abre la cortina y extiende el brazo, invitándonos a salir.

El Capitán se gira en cuanto advierte nuestra presencia y comenzamos a caminar todos juntos hacia el lugar del que procede el delicioso olor y la música. La sutil luz de las velas ilumina el recorrido y yo aprovecho para encender las llamas que la brisa ha apagado mientras caminamos. En el trayecto Finn nos cuenta todo sobre lo que él llama el «festival del otoño». Al parecer hay una costumbre en esta zona del país de celebrar el inicio de las estaciones para agradecer y venerar a los Elementos. Se festeja preparando comida con hortalizas y frutas de temporada, música popular, bailes y bebida. Se decora con velas y banderines para que la luz y el color atraigan buena fortuna y buenas cosechas. Según Skylar, esta costumbre se ha perdido en la mayoría de las grandes ciudades, quizás es por eso por lo que jamás he oído hablar de nada parecido.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora