XX. Tormenta

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Me pongo los guantes negros que dejan mis dedos al descubierto mientras camino a la zona de entrenamiento. Es un área enorme despejada y alejada de los demás edificios. Desde que llegué al ejército he realizado entrenamientos tanto con mi escuadrón como individuales. Este es el primer entrenamiento individual en algo más de una semana, supongo que el Capitán está haciendo un esfuerzo por intentar vivir con normalidad a pesar de todo lo que está ocurriendo.

Son las tres en punto, el oficial de pelo oscuro está de pie al otro lado del descampado. En el momento en el que doy un paso hacia delante para acercarme una flecha es disparada desde el flanco derecho. Puedo oírla atravesando el aire, levanto mi mano con rapidez y la convierto en cenizas cuando está a escasos centímetros de mí.

― ¿Un mecanismo que se activa con las pisadas? ―pregunto sin moverme.

― Exacto, me siento creativo hoy ―responde él cruzándose de brazos y con una sonrisa desafiante en la cara ―. Si consigues cruzar el descampado hasta llegar aquí podrás pelear conmigo.

Le devuelvo la sonrisa. ― Si consigo cruzar el descampado en menos de veinte segundos pelearé con usted.

― ¿Veinte segundos? ¿Estás segura? ―asiento llevándome las manos a la cintura ―. Está bien... Ah, se me olvidó mencionarlo... No puedes usar tus poderes.

Mi sonrisa se borra casi instantáneamente. El hombre sube el brazo y mira su reloj.

― Puedes comenzar.

No me da tiempo a pensar, mientras más avanzo corriendo más flechas son lanzadas en mi dirección. Las esquivo como puedo usando ágiles saltos y volteretas. Tengo unos reflejos muy agudos, pero no es fácil si vienen a diferentes alturas y en grandes cantidades.

Pienso que estoy segura cuando me encuentro a unos treinta centímetros del Capitán porque el ataque parece haber finalizado pero una flecha aparece de la nada y me atraviesa el brazo. Duele pero no se refleja en mi rostro.

― No deberías bajar la guardia aunque el ataque haya terminado, nunca sabes qué puede pasar ―me regaña acercándose a mí y arrancándome la flecha de un tirón.

La sangre deja de brotar en pocos segundos y la herida se cura con rapidez.

― ¿Estás bien? ―pregunta posando una mano sobre la zona en la que estaba mi herida.

En lugar de contestar decido hacerle probar un poco de su propia medicina. Le agarro el brazo que tiene extendido y se lo retuerzo para hacer que se encoja.

― No debería bajar la guardia aunque el ataque haya terminado, señor. Nunca se sabe qué puede pasar ―le imito inclinándome hacia delante para verle la cara antes de dejar ir su brazo con cuidado.

El Capitán se incorpora girando el hombro. Niega con la cabeza mientras intenta ocultar una sonrisa mordiéndose el labio inferior.

― Touché, Lilith ―responde antes de girar la muñeca para ver el reloj ―. No me dejaste mencionar que llegaste aquí en 19 segundos, pero como veo que quieres bailar no voy a entretenerte más. Bailemos.

El hombre se quita el reloj y lo tira a un lado. Comete el error de ser el primero en atacar al intentar darme un puñetazo, lo esquivo agachándome para ejecutar un barrido con mi pierna derecha que provoca que el Capitán caiga. Cuando camino hacia él para verle la cara me agarra del pie y me tira al suelo. Intento levantarme apoyándome sobre una mano pero me la pisa ligeramente y se acuclilla para mirarme a los ojos.

― No pierdas tiempo en acciones innecesarias como caminar a mi alrededor, a estas alturas un enemigo ya te habría volado la cabeza ―dice poniendo un dedo en mi frente y empujando mi cabeza un poco hacia atrás.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora