XXVIII. Veneno ambarino

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Llegamos a entrada de la taberna del tío Fred después de rogarle incontables veces al Capitán que me deje devolverle la vida a ese espía, pero se niega en rotundo.

―Por favor, Capitán ―Sigo intentándolo, agarrándome de su brazo y con una comisura marcada al lado.

― ¿Estás intentando chantajearme con miraditas de cachorro asustado para que te permita resucitar a alguien que quería matarme? ―me pregunta con una ceja arqueada.

―Dicho así no suena bien... ―admito, mirando al suelo.

― ¿Tú crees? ―interroga con sorna.

Mi ceño se arruga y dejo ir su brazo.

―No puedo salvar a Lucille porque no quedaba casi ningún rastro de ella, nunca he regenerado un cuerpo de la nada... Me da miedo crear una aberración en lugar de devolverle la vida... A ese hombre sí que podría ayudarle ―explico convencida. Se lo dije antes, no quiero que haya más muerte por mi culpa.

El Capitán se para en seco, pasando una mano por su pelo y resoplando.

―Lilith, esto va a pasar más veces ―me advierte, mi labio tiembla al oír esas palabras ―. Mientras el General de División siga adelante con su plan morirá más gente, no me voy a quedar quieto permitiendo que nos ataquen y, quizás, tú misma te manches las manos de sangre. Empieza a mentalizarte.

―Pero...

―Las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana ―interrumpe ―, sólo porque hayamos descubierto el pastel no quiere decir que las muertes vayan a parar. Estamos en guerra. No voy a dudar en matar a un enemigo que amenace mi vida o la tuya ―Suspira cuando ve que agacho la cabeza ―. Si de verdad te importan esas personas y sus vidas, lucha y vence.

Me cruzo con sus ojos grises, llenos de determinación. No puedo eliminar la culpa como si nada, pero supongo que tiene razón. Seguirá habiendo muertes mientras el General de División se mantenga sentado en su trono de crueldad. Que todos los poderes que se ejercen sobre un país se concentren en una sola persona es un error. A lo único que nos ha llevado esa política es a un genocidio encubierto.

Durante un tiempo, yo he sido la propia parca, robando vidas sin más, sin preguntar por qué, sin preocuparme por esas personas. De alguna manera, les he hecho a los ciudadanos lo mismo que el ejército me hizo a mí, he abusado de mi poder. Estoy cansada de que la muerte me persiga allá donde voy.

Mis sentimientos oscilan como una barca en un océano enfurecido. ¿Estoy siendo egoísta al pensar sólo en cómo me afectan a mí esas muertes? Inspiro profundamente, debo volver a mi centro, a la esencia de lo que soy...Tengo que luchar y honrar a los fallecidos, darles un futuro mejor a los vivos. Mi madre me legó sus poderes para ello, no puedo dejar que mis pensamientos deambulen y se pierdan en ese océano, debo dejar de vivir en mi cabeza.

―Lucharé ―le aseguro.

―Sé que es duro ver morir a tanta gente y cargar con la culpa, debes sentir muchas emociones enfrentadas...―expresa acercándose a mí ― Cuando te sientas perdida, recuerda de dónde vienes.

Me da un suave apretón en el brazo antes de regalarme una cálida sonrisa. Inclina su cabeza para decirme que entremos a la taberna, pero le detengo poniendo una mano en su pecho. La sorpresa hace que se pare justo antes de abrir la puerta.

―Vamos a ponerlo todo perdido como entremos así de mojados ―le advierto ―, además, no quiero que vuelva a resfriarse.

Cierra los ojos y se le escapa otra sonrisa mientras niega ligeramente con la cabeza. Me cercioro de que no hay nadie en los alrededores, ya hemos llamado bastante la atención con esa persecución. Antes de que pueda hacer nada, el Capitán da un paso hacia delante y coloca su mano sobre la mía, reduciendo a centímetros la distancia que nos separa. Mi corazón se dispara casi al segundo, distrayéndome.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now