XXVI. Familia

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Me levanto del suelo con la nota encerrada en mi puño y mis ojos teñidos de lágrimas e ira. La mitad de mí se siente responsable por la muerte de Lucille, la otra quiere acabar con ese monstruo al que llamamos General de División.

Mis intenciones son ir a por él y enseñarle por qué es él quien debe temerme a mí y no al contrario, pero una mano sujeta mi brazo en el momento en el que comienzo a andar.

―Contrólate ―ordena el Capitán, sus ojos reflejan el mismo dolor que los míos.

Miro la mano que sostiene mi brazo y tiro hacia atrás para deshacerme de ella. No digo nada, sigo con mi camino. No nos hace falta hablar para que él pueda adivinar mis intenciones.

De repente, noto que el mismo brazo de antes está siendo retorcido y caigo al suelo.

―Lilith, lo siento, pero no puedo dejar que hagas una locura como ir a matar al General de División ―me explica, con una rodilla en mi espalda.

― ¿¡Por qué!? ―bramo, intentando zafarme de su peso.

―Porque es lo que él quiere ―Esa afirmación se clava en mi cuerpo, mis ojos se abren como platos ―. Seguramente ahora te esté esperando.

― ¿Y qué? ―ladro con mi cara pegada al suelo ― ¿Y qué si me está esperando? No le queda otra opción que morir en mis manos.

―Entiendo lo que estás pasando pero debes pensar antes de actuar. Si está esperándote, ¿crees que estará sentadito en un sillón rodeado de lechuga y salsa, impaciente porque lo ases vivo? ―No respondo, el oficial deja salir un suspiro ―. Lilith, esto no es una competición para ver cuál de los dos es el más poderoso, si actúas de manera impulsiva puedes acabar mal parada.

Relajo mis músculos. El Capitán quita su rodilla de mi espalda y suelta mi brazo.

―Aprende a controlar tu ira o se convertirá en una debilidad.

― ¿Es que no se le revuelven las tripas con lo que ha visto? ―le pregunto tras haberme levantado, aludiendo a la muerte de Lucille.

―No eres la única con ganas de ir a arrancarle la cabeza a ese desgraciado pero tienes que ser más lista ―me aconseja cruzándose de brazos ―, esto es un juego, ¿no? Pues juega bien tus cartas, no caigas en sus trampas por muy duras que sean.

Exhalo y abro la palma de mi mano, mostrando la nota. La echo a arder bajo la atenta mirada del Capitán.

― ¿Qué podemos hacer, entonces? ―interrogo apretando las cenizas en mi puño.

―Investigar, mientras más información encontremos más poder tendremos y más podremos anticiparnos a sus movimientos ―asiento en respuesta ―. Ve a peinar la base, comprueba si realmente estamos solos. Yo me encargo de las zonas este y norte, nos vemos en la sala veinte en una hora.

Nos separamos bajo la lluvia cuando salimos de la cafetería. Me aseguro de que mi pistola está cargada y lista, mi fuego no funciona en ataques a larga distancia cuando llueve tan intensamente. Los Elementos giran alrededor de un hecho: el equilibrio es la clave. Si hay desequilibrio por parte de otro elemento nuestros poderes disminuyen en su capacidad, no nos hacemos inútiles pero luchar es más difícil. Nos complementamos los unos a los otros, no podemos superarnos, no podemos competir entre nosotros, sería contraproducente.

Me dedico a mirar en cada edificio, pero no encuentro a nadie ni dentro ni fuera de los diferentes cuarteles y oficinas.

Camino encima de un tejado pensando en mi responsabilidad sobre la muerte de Lucille. Quizás si hubiese seguido el guion del General de División aquel día en lugar de retarle, hoy estaría viva.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz