XVII. La promesa

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Le dejo la bandeja a Neela y me levanto. Doy unos pasos hacia donde ellos están y me meto en medio, haciendo que dejen de discutir y centren su atención en mí.

― Lilith, siento el ruido. Hemos sido muy descuidados. ― el hombre se disculpa llevando una mano a su nuca.

― Sí, has sido bastante descuidado. ― Zariah le saca la lengua ― ¿Qué me dices, hermana? Te va a encantar la vida aquí. ― me sonríe ampliamente.

― Voy a volver al ejército. ― la sonrisa de Zariah se borra en cuanto oye mis palabras.

― ¿Qué?¿Por qué? No es allí donde deberías estar. ― intenta convencerme mirándome fijamente y poniendo sus manos en mis hombros.

― Debo hacer lo mejor para el país, los altos cargos confían en mí y me necesitan... Voy a usarlo en su contra y a acabar con todo esto de una vez por todas. ― aprieto los puños y le sostengo la mirada ― Voy a hacer lo correcto por una vez, Zariah.

Ella suspira y deja caer sus brazos a la vez que agacha la cabeza, derrotada. Veo que aprieta sus puños, la oigo sollozar.

― Te van a matar... ― tiembla sin levantar la mirada.

― No puedo morir, eso ya lo sabes. ― le digo confundida, ella sabe muy bien que el poder del Elemento me concede la habilidad de sanar y revivirme a mí misma.

― No me refiero a morir físicamente, Lilith. Llevan años intentando acabar con tu espíritu.

― He pasado muchos infiernos y también se los he infligido a otros. Mi espíritu se ha empequeñecido y ha perdido luminosidad pero estoy intentando recobrar el sentido. Intento recordar quién soy detrás de todo esto. ― señalo mi uniforme manchado y desgarrado con ambas manos abiertas ― He sido entrenada para matar pero también para que la confianza en mí misma sea casi irrompible. ― dirijo mi mirada al Capitán ― Esto es algo que debo hacer, quiero que todos estéis a salvo y perdiendo la oportunidad de moverme dentro del ejército con total tranquilidad no lograré hacerlo. Soy un recurso muy valioso para el General de División, no va a matarme en ningún sentido.

No me dan miedo los castigos, sean cuales sean. Me dan miedo las consecuencias de tomar una decisión errónea. Me da miedo perder la oportunidad de dar un futuro mejor a este país y a su gente. Ya sé qué se siente al estar en el camino equivocado, al actuar y obedecer sin pensar. Conozco el efecto que deriva de ello. Sé que no me va a llevar a donde quiero. Tengo que hacer esto, es imposible que sepa cuál es el final pero sé cuál será el desenlace si sigo el camino que he recorrido hasta ahora. Caos, hambre, depresión, disturbios, muerte... He formado parte del problema que ha provocado tanto malestar.

Una parte de mí sigue pensando que lo mejor es erradicarlos a todos pero esa yo ha pasado años ciega de ira. Es hora de probar algo diferente.

Zariah respira profundamente. Está decepcionada, esperaba que me quedase aquí con ella. Me gustaría, me gustaría poder quedarme y recuperar los años perdidos, recompensarle por el sufrimiento que le he causado durante tanto tiempo. Vestirme de negro y cargar contra las bases militares del país, echarlas a arder y acabar con todo de una vez... pero eso no iba a funcionar, ni es la manera correcta de levantar el país. Ya hemos intentado vencer a la violencia con más violencia, no ha funcionado jamás.

Sujeto las muñecas de Zariah con suavidad y dibujo una tímida sonrisa apenada en mi rostro. Sus ojos oscuros rebosan lágrimas.

― Cuando todo acabe volveré a buscarte. ― le aseguro pero ella me aparta la mirada.

― Puede que la próxima vez que nos veamos sea en batalla, ¿es que no eres consciente de ello? ― se echa hacia atrás para deshacerse de mis manos.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now