XLII. Presión

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Son exactamente las cinco y treinta y seis de la tarde. La mañana ha terminado más tranquila de lo que empezó, el Capitán está haciendo un esfuerzo enorme por mantener la calma, sabiendo que su tío está ahora a merced del ejército. Aun así, la tensión es palpable. Todos sabemos que sólo quedan horas para el funeral. Será temprano por la mañana, la Mayor me dijo que se celebrará en la plaza central de la base, habrá muchos ataúdes con los «cadáveres». Que hagan ese teatro con unos ataúdes vacíos no tiene sentido, así que hemos llegado a la conclusión de que están planeando algo mucho más grande de lo que pensábamos.

Me pregunto cómo habrían vivido mis padres esta situación. Ellos estaban entregados a una causa, la de ayudar a los que lo necesitaban. Mi madre fue la anterior heredera, era fuerte y tenía el control más absoluto sobre sus emociones. Ojalá hubiese apreciado mejor sus enseñanzas, ya casi no me quedan recuerdos de ellas.

La Mayor Edrei está sentada delante de mí, en el sofá azul de su salón. Estamos solas, Jax se ha llevado a Alec a un parque y el Capitán quería estar solo, así que se ha quedado en el porche.

―Usted investigó a los verdaderos asesinos de mis padres, ¿verdad?

Ella saca la cabeza de su libreta, en la que no ha dejado de escribir en todo el rato que llevamos aquí.

―Así es, ¿por?

―Quería agradecérselo, aunque sea duro, haber averiguado la verdad se siente bien.

En su rostro aparece una sonrisa maternal.

―No fue nada difícil, el Coronel Weiss era un bocazas ―Deja la libreta encima de la mesita de café y se cruza de piernas ―. Aunque no llegó a contármelo todo.

Frunzo los labios. ―Entonces hay más información acerca de la muerte de mis padres que no conozco...

―Estuvo a punto de decirme el nombre del cerebro detrás del plan, pero su ayudante interrumpió nuestra conversación. Asumí que fue él, parecía muy orgulloso de sus logros.

―Tiene sentido ―Suspiro ―. Al fin y al cabo, siempre ha querido hacer de mi vida un infierno.

Ella se levanta y se sienta a mi lado.

―A propósito de eso, Lilith... ―Pone sus manos sobre las mías, que están colocadas en mi regazo ― Quería disculparme por haber mirado hacia otro lado durante todos estos años, era mucho más fácil ignorar que actuar. Fui una cobarde

Le sonrío. ―No se preocupe, sólo guardo rencor a los que mataron a mis padres y se divirtieron con mis torturas. Veo las cosas con más claridad ahora, antes buscaba venganza a toda costa, estaba ciega... Cuando mi verdadero enemigo estaba delante de mí. Quiero que paguen, no sólo por lo que me han hecho a mí, sino por las muertes injustas que han causado.

―Eres una buena persona ―me asegura ―, no puedo esperar a ver lo que consigues en el futuro.

―De momento, lo único que quiero es que mañana todo se termine para bien.

Ella asiente justo cuando se oye una llave abriendo la puerta principal. Unos pequeños pies corretean, acercándose al salón con prisa. Es Alec, lleva dos flores blancas en sus manos. Se acerca a su madre, está lleno de barro. Le da una de las flores y un beso en la mejilla, y, sorprendentemente, se me acerca con timidez y me da la otra, sólo para salir corriendo del salón de nuevo.

―Por estas cosas, debemos ganar mañana ―comenta ella, sin despegar la vista de la flor ―. Quiero que mi hijo viva seguro y feliz, si ellos planean convertirnos a todos en monstruos... No sucederá. No puedo permitirlo, Lilith.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now