XXI.

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Correteo entre flores silvestres, levantando pétalos en el aire a medida que avanzo. La risa hace que correr sea más difícil. Me paro y me llevo las palmas de las manos a las rodillas, respirando agitadamente.

― ¡Pillada! ―grita el niño de pelo blanco y cara borrosa.

Ha aparecido de la nada.

― ¡Venga ya! ¡No vale usar tus poderes para hacer trampa! ―me quejo cruzándome de brazos.

― ¡No te quejes más! Ahora puedes ayudarme a buscar a Ava y a Ilya.

Resoplo pero antes de echarme a correr el niño mete la mano en el bolsillo de su camisa y saca una pequeña flor amarilla.

― Toma, la vi antes y me recordó a ti. Hay muchas flores amarillas en este valle, pero creo que no hay otra como esta ―Se encoge de hombros después de ponerla en la palma de mi mano y se echa a correr. Yo me quedo allí parada observando la pequeña flor, tiene muchos pétalos y su color es muy cálido, casi parece naranja ―. ¿Vienes o qué? ―interrumpe él.

Asiento y guardo la flor en el bolsillo de mi vestido azul para seguidamente empezar a correr tras él, riendo.

Despierto con los primeros rayos del sol. La cortina que hay a mi lado danza al ritmo de la brisa fresca, parece que se me olvidó cerrar la ventana anoche. Me destapo y me siento en el borde de la cama, bostezando y estirándome. Me asomo a la ventana, una fina capa de escarcha cubre los bancos y las farolas. Mis exhalaciones se convierten en vapor, parece que este otoño va a ser especialmente frío.

Cuando me levanto veo que en el suelo hay un trozo de papel doblado, me agacho para cogerlo y leo:

Cuando me levanto veo que en el suelo hay un trozo de papel doblado, me agacho para cogerlo y leo:

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( Librería Icaham, Lia)

Le doy la vuelta para comprobar que no hay nada más escrito y me encojo de hombros, se le debió caer a una de mis compañeras antes lo que sucedió en Sahel. Dejo la nota sobre mi mesita de noche y vuelvo a estirarme frente a la ventana. Aunque haga frío parece que mis rezos han sido oídos y el cielo está despejado.

Después de asearme y arreglarme, me encuentro en el recibidor atándome las botas. Mi estómago ruge pidiendo comida. Me abrocho la chaqueta y salgo con una meta clara en mi mente: desayunar.

El suelo está repleto de charcos de barro y me cruzo con un escuadrón corriendo. Todos me miran con cara de pocos amigos así que agacho la cabeza y continúo con mi trayecto.

― Lilith Arden ―me llama alguien.

Me giro para encontrarme al imponente General de División con los brazos cruzados tras la espalda.

Rápidamente me yergo y me llevo una mano a la frente para saludarle.

― Descansa, Arden ―manda él ―. Me alegra verte por aquí, quería proponerte algo. Sé que tienes tiempo libre porque aún no te hemos reubicado a un nuevo escuadrón, por eso me gustaría invitarte a tomar un té a mi casa de Lia esta tarde.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now