XXXIII. Diferente

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Medianoche, estoy tumbada en la azotea de mi cuartel. El viento ha empujado las nubes, permitiéndome contemplar la luna llena.

El Capitán y yo decidimos posponer la cena y volver aquí, necesitamos descansar, aunque yo no puedo conciliar el sueño. Siempre tengo pesadillas después de volver de una batalla, lo que ha sucedido hoy no ha sido muy diferente a una. El mundo es más retorcido de lo que yo pensaba, esta noche he comprobado que el ser humano no tiene límites en su oscuridad. Mientras la gente de los poblados sufre, nuestros altos cargos... Las personas que se supone tienen que cuidar del país, están celebrando ostentosas fiestas en honor a la decadencia de nuestra raza.

Antes, el Capitán dudó de la habilidad del Coronel Weiss para trabajar por lo que desea, pero ese hombre urdió un intrincado plan para atraernos y atraparnos. Aprovechó la traición calculada de Neela y Finn, usó a los niños como cebo pero falló estrepitosamente, me ha parecido casi demasiado fácil... Todos los guardias se fueron, nadie atacó a Zariah, dejaron a los niños escaparse sin más y, ¿qué pasó al final con Maniquí?

Sí, hemos conseguido salvar a los niños, matar al Coronel y descubrir que los soldados no muertos no son invencibles como una vez creímos, pero... Me da la sensación de que todo es falso.

No sé, toda esta situación debe estar volviéndome loca. Hay muchos frentes abiertos, conflictos internos sin resolver, emociones que no termino de comprender. Aún no sé quién mató a mis padres, qué hicieron con Jax, qué ha sido de Ilya y Ava, ni por qué se ablanda mi corazón cada vez que tengo al Capitán cerca.

Me llevo las manos a la cara y dejo salir una sonora exhalación. Mi mente es una sala llena de archivos, cada vez que no entiendo algo busco maneras de relacionarlo con otra cosa que ya conozca. Lo único que consigo al pensar en cómo late mi corazón al estar junto al Capitán es sonrojarme. Y divago, viajo entre los recuerdos de sus ojos, su sonrisa, sus comentarios extraños, su ansia por vencer y las que yo siento por... ¿abrazarle? ¿¡y besarle!? Me levanto de un respingo, ¿qué demonios haces pensando en esas cosas, Lilith?

Me agarro a la fría barandilla que rodea el borde de la azotea. Siento como si estuviese a punto de vomitar. No me he parado a pensar en ello a fondo hasta ahora, sólo me he dedicado a preguntarme por qué. Él provoca cosas en mí que sólo he leído en historias donde la gente se enamora. Me agacho, manteniendo el agarre en la barra de hierro. Voy a morirme, esto no es normal. Lo que siento no es normal. Mis pulsaciones van a romperme las venas, no puedo respirar. Nunca le he mirado de esa manera, hasta que descubrí lo cálidos que pueden llegar a ser sus ojos y lo terriblemente sola que me siento cuando él no está.

Entonces me levanto. Esto es culpa de él, ha debido hacer algo. Yo no entiendo qué es el amor, lo que estoy sintiendo debe ser algo diferente. Él es quien me provoca estas sensaciones tan incómodas y es él quien va a darme explicaciones.

Enfadada, abro de un portazo la puerta que me lleva a las escaleras para salir del edificio. Sea lo que sea lo que me sucede, hay que solucionarlo, estoy distrayéndome de los asuntos importantes. No podemos acabar de volver de matar a compañeros, de presenciar una fiesta tan horripilante y que mi mente piense en la posibilidad del amor.

El amor no existe en un mundo como el nuestro, sólo veo destrucción, dolor y pérdida a mi alrededor.

Toco energéticamente la puerta de su habitación, estoy dispuesta a solucionar mi problema. Se abre lentamente para dejarme ver a un hombre despeinado, sin camiseta y con cara somnolienta, que apoya la cabeza contra el borde de la puerta y me mira confuso.

― ¿Sabes qué hora es? ―pregunta con voz ronca.

―Me da igual la hora ―respondo ofuscada, empujando la puerta con ambas manos.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon