XVIII. El regreso (Parte II)

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El día en el que perdí todas las fuerzas para luchar contra los castigos cumplí quince años. Me colgaron del pelo y me hundieron en un enorme tanque transparente de agua mientras ellos se sentaban y miraban, les divertía ver cómo me ahogaba una y otra y otra vez. Ya no me movía, no gritaba, no sentía dolor. Entendí que si quería sobrevivir debía deshacerme de todo resquicio de humanidad que quedase en mí. Empecé a creer que verdaderamente debía ser un monstruo si ese era el trato que me merecía. Gracias a esta estrategia no he vuelto a cometer un error que merezca un castigo desde los quince años, pero el precio que he pagado por ello ha sido demasiado alto.

Mi corazón palpita con fuerza, deshago el abrazo con el oficial y me llevo la mano al centro del pecho, clavando mi chapa y la de Jax contra mi esternón. Mi mente ha escondido estos recuerdos para protegerme, pero no soy yo la que debería sentir miedo. Una potente energía corre a través de mis venas, puedo sentirla. Es diferente a la que sentí cuando curé a Yuri, esta no es pacífica es... demoledora. Algo se ha despertado en mi interior.

«Lilith.» truena una voz grave dentro de mi cabeza. El Fénix. «No puedes oponer más resistencia contra mí. Somos el mismo ser con el mismo sueño: la libertad.»

De mi pecho se escapa un fuerte latido que hace que me agache y lleve las manos a mis rodillas.

«Te acompañaré hasta que la profecía se cumpla. El mundo debe volver a su equilibrio original. Reconstruye tu espíritu, Lilith.»

Noto una extraña pero familiar calidez en mi frente. Abro los ojos para encontrarme al pequeño pájaro de fuego con el que soñé cuando estaba en la enfermería, sólo que esta vez no es un sueño. Me yergo y el pájaro se acurruca contra mi mejilla, el calor que emana es gentil y sereno.

«Fuiste elegida en el vientre de tu madre porque tu cuerpo es resiliente y tu espíritu es feroz e inquebrantable. » afirma la voz de mi cabeza mientras el pájaro revolotea frente a mis ojos « Es hora de demostrar al mundo quién eres.»

Se me escapa una risa cuando el pájaro roza cariñosamente su pico contra mi nariz y revolotea a mi alrededor varias veces para acabar atravesando mi pecho, desapareciendo dentro de mí. El impacto hace que pierda un poco el equilibrio durante unos segundos. Le agradezco en un murmuro casi inaudible volviendo a llevar la mano a mi pecho.

Siento una paz tan auténtica en mi interior que podría echarme a llorar.

― Eso ha sido hermoso. ― musita el Capitán apoyado contra una de las paredes ― Creo que no soy digno de haber presenciado esta escena.

― ¿Ha oído la voz usted también? ― le pregunto jugueteando con la chapa de Jax.

― No, pero cada vez me es más difícil encontrar razones por las que los altos cargos se refieren a ti como un demonio. ― el hombre suspira y se yergue ― ¿Cómo te sientes?

― Mucho mejor. ― contesto pasándome una mano por el pelo.

― Bien, entonces deberíamos planear nuestro siguiente paso. ― me dice con una sonrisa que rápidamente se torna en una mueca de dolor.

Me acerco a él y cargo su peso en mi hombro antes de que caiga al suelo. Le llevo hasta la cama y le ayudo a tumbarse. Está sudando y su cara refleja el dolor que debe estar sintiendo.

― Voy a tener que desobedecer sus órdenes, Capitán. ― le digo mientras aparto con cuidado la camisa. Él me sostiene de la muñeca tratando de pararme, pero el dolor le ha debilitado haciendo que zafarme de él sea una tarea fácil. ― Si no se está quieto quizá me confunda y le queme en lugar de curarle. ― bromeo intentando quitarle peso a la situación.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora