XL. Palabras desconocidas

77 10 46
                                    

Observo cómo la lluvia cae y las gotas se deslizan contra el cristal de la ventana del salón. Hace un rato que ha anochecido. El agotamiento está pudiendo conmigo, apoyo mi frente contra el borde blanco de la ventana. Empiezo a sentirme preocupada por la situación en la que estamos, ¿y si fallamos? ¿Y si hemos llegado demasiado tarde? Si ya existen ciudadanos convertidos en híbridos, ¿tendremos que matarlos a todos?

Cierro los ojos y me llevo una mano al pecho. Siento tanta presión en mi interior que voy a acabar explotando como un globo.

Noto unas manos amables acariciando mis hombros, cuando abro los ojos, me encuentro con el reflejo del Capitán en el cristal.

― ¿Estás bien?

―Mi corazón late tan fuerte que creo que voy a morir ―respondo, curvando las cejas.

Puedo ver en su reflejo que me está dedicando una sonrisa compasiva, desliza sus manos por mis brazos para achucharme y colocar su mejilla en mi cabeza.

―La preocupación está empezando a pesarte, ¿eh?

Asiento, apenada. El nudo que se me ha formado en el estómago me está obligando a pensar que, si abro la boca, voy a vomitar.

― ¿Quieres dar un paseo? ―propone él, mirando a mi reflejo.

―Está lloviendo.

―Seguro que la Mayor tiene algún paraguas para dejarnos ―asegura, dejándome ir ― ¿Vamos?

Extiende su mano y yo me aferro a ella como si el suelo fuese a romperse bajo mis pies.



Caminamos entre árboles y gotas de lluvia, la Mayor Edrei no sólo nos ha dejado un paraguas, sino también dos capas, al fin y al cabo, si alguien nos ve estaremos en peligro. No quiero atraer a los enemigos hasta la casa de Jax.

Me sujeto del brazo del Capitán. Oír la lluvia romper contra las hojas, el suelo, nuestro paraguas... Es una experiencia que relaja mi alma, hasta que recuerdo que Edric ha atraído la lluvia hasta aquí. Siempre que está triste, llueve allá donde él esté. Dejo fuera un suspiro que se convierte en vaho en el momento en el que abandona mi cuerpo.

―El funeral es en unos días ―comenta el Capitán, consiguiendo que el silencio se desvanezca.

―Así es ―comento, con el corazón acelerado ―, supongo que, aunque aún no lo hayamos pactado, todo va a acabar allí... De una manera u otra.

―Para bien o para mal ―Él se detiene y se gira, para quedarse delante de mí ―, Lilith si algo pasa...

Frunzo los labios y parpadeo, nerviosa. ―No va a pasar nada.

Una agradable risa se escapa de sus labios, de esas que embelesan y te dejan preguntándote qué has hecho para merecer estar en presencia de alguien tan espectacular. Aún en un momento así, no puedo huir de su magia.

―No soy inmortal como tú, ¿sabes? Puedo morir.

― ¿Piensa que dejarle morir está en mi lista de opciones? Pero y-yo... ―titubeo, con el labio temblando ―No puedo imaginar una vida en la que no le tenga a mi lado.

La niebla realza el color gris de sus ojos cuando me mira directamente a los míos. Me acaricia dulcemente la mejilla, su mano está helada.

―Tienes que entender que esta no va a ser una batalla como las que conocemos.

― ¿Me ha traído aquí sólo para decirme que debo concienciarme de que puede morir en esa batalla?

―Lilith, debes tener en cuenta que es una posibilidad.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now