XLIII. El comienzo del fin

61 9 36
                                    

Estiro y aprieto las vendas que oprimen mi pecho, siempre duele al principio pero he acabado acostumbrándome. Cojo la camisa que está perfectamente doblada sobre la cama y me la pongo, delante del espejo. Abrocho los botones con cuidado. El miedo, que controla a una parte de mí, está intentando apurar tantos segundos como le sea posible.

Son las seis de la mañana, el Capitán está abajo, ayudando a Jax con las armas y municiones.

Me miro al espejo por última vez. Inhalo, intentando controlar la respiración. Jugueteo con mis dedos, clavando las uñas en ellos. He luchado muchas batallas, pero nunca una como esta.

Guardo las chapas que cuelgan de mi cuello bajo la camisa. He metido la foto de mis padres en el bolsillo de mi pantalón, ellos vendrán conmigo, me sentiré más segura así: cargada de amuletos. Mis ojos están rojos y cansados, mis labios, secos. Tengo que salir de esta habitación antes de que acabe volviéndome loca, debo pelear por lo que quiero.

Puedo oír las voces de Jax y del Capitán mientras bajo las escaleras. La Mayor se fue hace un rato, es mejor que el pequeño Alec no tenga que presenciar nada de esto, ese niño ya carga con suficientes demonios.

Mi corazón salta cuando cruzo la puerta y justo me encuentro al oficial de ojos grises, apretando el gatillo de una pistola que apunta a Jax.

―Muy gracioso, Heller ―Jax niega con la cabeza y le quita la pistola ― ¿Se te está yendo la olla o qué? Céntrate.

El oficial se ríe. ―Tranquilo, sabía que no estaba cargada.

―No tiene ni puta gracia ―le regaña ―. Ah, Lilith, llegas justo a tiempo. Tú, ve a tomar aire fresco.

El Capitán me da un cariñoso apretón en la mano antes de abandonar el comedor. Sobre la mesa, están extendidas todo tipo de armas y cartuchos, cuchillos y espadas, incluso hay granadas. Dejo la capa que sostengo en mis brazos sobre una silla.

― ¿Te imaginas que llega a estar cargada? ―Resopla, dándome la pistola que le ha quitado al oficial.

―Sólo estaba bromeando ―aseguro, agarrando un cartucho de balas y colocándolo en el arma.

―No es momento para bromas ―Se queja, pasándome otra pistola.

Repito el mismo proceso de antes.

―Las batallas y la muerte en sí no son algo que le perturbe demasiado, está acostumbrado y es un estratega. Puede que esté más relajado que nosotros.

Jax suspira. ―Pues yo creo que tiene miedo y no sabe procesarlo porque siempre ha sido un inútil con esos temas.

Río con suavidad antes de poner la pistola sobre la mesa.

―Puede ser, sí.

Pasamos los siguientes diez minutos asegurándonos de que todas las armas están en perfecto estado y listas para la batalla.

El Capitán vuelve a entrar a petición de Jax, que nos da las armas que necesitamos. Me ato dos fundas alrededor de mi cintura. El rubio nos avisa de que va a salir a preparar el coche, no tenemos tiempo que perder.

― ¿Preparada? ―pregunta el oficial, que está de pie delante de mí.

Encajo la última pistola en la funda. ―Ahora sí.

Él me sujeta ambas manos, disminuyendo la separación entre nosotros.

―Necesito que sepas que creo en ti, eres la pieza más importante de este plan ―explica, sosteniendo mi cara entre sus manos ―. Sé que venceremos porque te tenemos a ti, llevo años viéndote luchar y mejorar, el General de División no va a poder con nosotros.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now