XLI. Asfixia

54 9 24
                                    

Me despierto entre apacibles risas, provocadas por los besos que estoy recibiendo en el cuello.

―Buenos días, preciosa.

―Ya veo, debo estar soñando ―murmuro, descansando sobre su pecho, sin abrir los ojos.

Su risa hace que mi corazón se salte un latido.

Así que esto es estar enamorada... He tenido a un hombre increíble delante de mis ojos durante años. Pensaba que la suerte me había abandonado, pero me ha dado algo que no sabía que necesitaba.

Sus dedos acarician la piel de mi espalda. Quiero quedarme así para siempre. Acaricio su cuello y clavícula.

―Si fuese un sueño, compartiría una ducha contigo, desayunaríamos y te llevaría a ver los rincones más hermosos de este país ―confiesa, jugueteando con mi pelo ―. La vida sería mucho más fácil así, ¿no crees?

Abro los ojos y me giro, quedando encima de él.

―Quizás cuando todo esto acabe ―respondo, mientras él aparta los mechones de pelo de mi cara.

―Quizás...

Sus caricias hacen que no pueda resistirme a la somnolencia y vuelvo a caer dormida.

No estoy segura de cuánto tiempo ha pasado, pero cuando abro los ojos, perezosa, me encuentro al Capitán con el pelo empapado, poniéndose un cinturón negro.

―Al final tuve que ducharme solo ―bromea, mientras abrocha la hebilla―. Como sigas mirándome así no vamos a salir de esta habitación en todo el día.

―No me parece un mal plan ―confieso, estirándome sobre la cama.

―No lo es ―Se inclina sobre la cama y me da un beso en la frente ―, pero tenemos un país que salvar.

Se gira para coger la camisa blanca que hay sobre una silla, enrojezco al segundo en el que veo su espalda llena de rasguños.

―S-siento eso ―me disculpo, avergonzada.

Se voltea para verme, con una ceja alzada y una sonrisa en el rostro.

―Y yo siento eso ―Su disculpa me pilla desprevenida. Se señala su propia clavícula con un dedo.

La única reacción que se me ocurre es levantarme, con mi cuerpo envuelto en sábanas y acercarme al pequeño espejo que hay colgado en la pared. Mis ojos se abren como platos cuando veo un moretón en mi clavícula.

― ¿¡Qué es eso!? ―Alarmada, me acaricio la zona.

Él se ríe mientras se abotona la camisa. ―Reconozco que no estaba pensando cuando te di ese beso.

― ¿Beso? ―Me llevo una mano a la frente ― Jax me va a matar.

―A quien va a matar será a mí ―explica, acercándose y abrazándome por la espalda ―. ¿Y si te propongo que robemos un coche y huyamos a otro país?

―No podemos hacer eso...

―Y yo no tenía planeado querer abandonar todas mis ambiciones para estar contigo, pero las cosas son como son ―Suspira, apoyando su mejilla en mi pelo ―. Estoy empezando a asfixiarme, sólo quiero que esto acabe de una vez.

Acaricio, con una mano, los brazos que me rodean, esta situación no es fácil para nadie.

―Todo va a salir bien, cuando acabemos con este infierno mañana, seremos libres de hacer lo que queramos ―Intento consolarle.

Él me sonríe, pero sus ojos no reflejan la misma emoción. No logro identificar qué esconden. Ni siquiera me da tiempo a intentarlo, me deja ir y termina de abrocharse los botones.

Lilith: ave de fuego [COMPLETA | SIN EDITAR]Where stories live. Discover now