Capítulo 10: Fallé

1.5K 158 0
                                    

Kankuro había estado en el hospital desde hace doce horas. Con vendas que rodeaban su cuerpo, sus piernas y parte de su cara.

No era particularmente su estilo quedarse mucho tiempo sin hacer nada, pero debido al grave dolor que sentía cuando se encontraba de pie, no podía hacer otra cosa.

Tampoco, se podía echar a dormir, cada vez que se echaba sin cuidado, su cuerpo comenzaba a doler, aunque con todas las cosas que pasaban por su cabeza, eso era lo de menos.

No podía hacer mucho más que distraerse con las cosas que se encontraba su vista, la luz que lo iluminaba, el mueble para tres personas, una mesita con instrumentos médicos, la ventana, la pared mostaza.

—¡¿Qué?! ¡Déjenme entrar! —gritó una mujer desde fuera de la habitación.

—Señorita —tranquilizó un guardia—. Por favor, es necesario que su hermano repose.

—¡Soy su hermana! ¡A ti no te importa! ¡Deja que entre!

—¡Guardia! —gritó Kankuro, lo suficiente para que se escuchara—. ¡Deje que entre!

Solo pasaron un par de minutos para que el ruido cesara, la puerta se abrió, la mujer que gritaba antes corrió lo más rápido posible hacia él.

—¡Temari! —Kankuro forzó una sonrisa—. ¿Feliz de ver a tu hermano?

—Kankuro... —Temari observó su cuerpo—. ¿Cómo? ¿qué te paso?

Temari parecía tener unas ganas incontrolables de comenzar a abrazarlo, pero se detenía al ver la intensidad del daño.

—Es una historia larga... —dijo Kankuro, fijó sus ojos en su brazo vendado.

Tenía el pelo rubio recogido, sus ojos de color verde azulado por su madre, un vestido color negro, abierto por los costados y con las mangas cortas, medias de rejilla en las piernas, una cinta roja en la cintura y unos guantes negros sin dedos, el protector ninja en la frente.

Su hermana sentada en el mueble, su rostro mirando al piso, sus manos juntas.

—Gaara ha sido secuestrado... me lo han contado —dijo.

—Lo sé.

—Yo no estaba en la aldea —dijo Temari—. Cuando venía para aquí lo hice sin prisa...

—Temari, si lo que quieres es culparte, no lo hagas —dijo Kankuro—. Fue mi culpa.

—¿A qué te refieres? —Temari levantó su rostro.

—Lo tenía a pocos metros de distancia, yo hubiera podido recorrer la distancia y traerlo... soy débil.

—Eres el único que fue, al menos —Temari volvió a bajar la cabeza.

El silencio se hizo en el cuarto, Temari chocaba sus dedos, se detuvo.

—¿Quién fue?

Kankuro suspiró, admitir lo siguiente era lo siguiente era humillante.

—Eso es lo peor, no lo sé —dijo—. Solo le pude decir a Baki que era una mujer de cabello azul y un hombre de cabello negro, vi sus túnicas color negro, pero nada más. He fracasado en todos y cada uno de los aspectos, soy un desastre.

—Deja de intentar culparte, no fue culpa de nadie —Temari se levantó—. De ahora en adelante, te cuidaré hasta que te recuperes.

No podía dejar que su hermana hiciera eso.

—No debes, estaré bien, solo... necesito unos días.

Movió su mano, cosa que consideró un grave error, dolía, Temari se precipitó hacia él, con una mirada severa.

—Kankuro, tu y yo sabemos que no vas a poder contradecirme...

Una conversación afuera, ambos miraron en dirección de la puerta al abrirse.

—Buenas, soy Haruno Sakura —se inclinó levemente—. Vengo para tratar tus heridas, Kankuro-san.

Con escepticismo miró a la chica de Konoha, los doctores del hospital habían dicho que demoraría unas semanas en sanar. Sakura revisó fijamente, Kankuro no pudo evitar ponerse nervioso.

—Demorará —dijo Sakura—. Debe dolerte bastante el cuerpo, puedo hacer que sanes más rápido, también disminuir el dolor... en una semana más o menos... estarás bien.

—Eso está bien —dijo Temari—. Por favor, has lo que puedas.

Nunca había visto a su hermana tan colaborativa, sorprendió un poco a Kankuro.

Sakura posó sus manos sobre el cuerpo de Kankuro, luz verde salía de ellas.

—¿Eres la enviada de Konoha? —preguntó Temari—. ¿Vinieron más contigo?

—Así es, por el secuestro... —Sakura dudó un poco— del Kasekage... lo siento.

Sakura le daba instrucciones a Kankuro, leves movimientos que hacía ya no eran tan dolorosos como antes.

—Increíble... —dijo Kankuro—. Los doctores de aquí no pueden hacerlo al nivel que lo haces...

—Tuve una buena maestra —Sakura sonrió—. Eso es todo, me retiro ahora.

—Espera —Temari la detuvo—Tengo que hablar contigo.

—¿Es urgente? —dijo Sakura—. Me necesitan allá.

—Sí, perdón... ¿podrías? —Temari vio por unos momentos a Kankuro—. ¿Esperar en la puerta?

—... Está bien.

Los dos quedaron solos en el lugar, Temari desviaba sus ojos, su rostro mostrando dolor.

—Kankuro...

—No vayas —dijo Kankuro—. No podrás, ellos eran monstruos, derrotaron al Ichibi, esa cosa que temíamos de él cuando eramos pequeños.

—Ya no somos pequeños —dijo Temari—. Lo voy a hacer.

Su hermano la miraba a los ojos, fulminante y a la vez dolorosa, mantener una actitud seria y recta no podía mantenerse más, tal vez para salir sin daños de aquí, tenía que decir algo para que su hermano no se lamentara.

—Lo siento.

Pero no pudo, a pesar de que lo había intentado.

Tomó la mochila que había dejado en el mueble y abrió la puerta, Sakura la esperaba ahí, apoyada en la pared.

—Iré contigo, Sakura-san —dijo Temari.

—... No es mi decisión, Baki organizará al enviado.

—Me elegirá a mi —dijo Temari—. Iré.

Sakura reflexionó un poco y luego asintió.

Naruto Shippuden / IridiscenciaWhere stories live. Discover now