Capítulo 82: Las sombras (2)

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El desapareció sin más, los Uchiha eran realmente unos tramposos, esos poderes no son comunes y rompen la lógica del mundo.

El Raikage observó y apretó su mano derecha, no podía creer que simplemente haya atravesado el cuerpo del tal Tobi sin que este sufriera consecuencias graves.

Los Kage habían agarrado cada uno su respectivo asiento, todos alejados de la mesa en el centro de la sala, algunos preocupados por sus guardias y otros sumergidos en sus propios pensamientos.

—Raikage-sama, ¿cómo se debería proceder? —preguntó Samui—. Además, todavía tenemos el caso de Hiro entre nosotros...

—...Tenemos que buscarlo, no dejaremos que otro aldeano desaparezca por Akatsuki —dijo el Raikage—. También... intensifiquen la búsqueda de la Hokage y su guardia, no podemos dejar que tan valiosa fuente se pierda, no ahora.

—Raikage, esto ha salido muy bien para ti... —dijo Chiyo.

—¿Qué quieres decir?

En ese momento, los sonidos de murmureos callaron, ante la presencia de los dos líderes incrementando su hostilidad el uno contra el otro.

—Hokage-sama, quien es la líder de la aldea más poderosa de todas y al que le pertenece el Kyubi —dijo Chiyo—. Ha perecido bajo un infiltrado en tu aldea... ¿pero realmente es un infiltrado?

—No me menosprecies, Kasekage —reprendió el Raikage—. En mi aldea se aprecia la fuerza por sobre todas las cosas, no caeríamos en trucos tan banales, la reunión era para discutir sobre la extinción de Akatsuki, además, ¿crees que todo está bien? ¡Mira a tu alrededor! ¡Pagar a esos adinerados será un dolor de cabeza!

—Si te lo pones a pensar —dijo el Tsuchikage—. El costo de esto no es nada comparado a lo que obtendrías.

El Raikage resopló, cruzó sus brazos, desvió la mirada.

—Han secuestrado a quien considero mi hermano —dijo el Raikage—. Si he tenido que llegar a esta situación, de convocar una reunión con todos, es porque no tengo suficiente información para enfrentar a Akatsuki, tengan eso como mi palabra.

—... ¿Todavía seguimos en una alianza? —Mei cruzó sus piernas—. Desde que la Hokage no se encuentra...

—¡Si es que sigue viva! —Chiyo rió—. Ah, lo siento, recordé algo gracioso, no era mi intención.

Los sonidos y los pasos, el conjunto de palabras en voz alta, escoltando y protegiendo e incluso preocupados, afuera había un gran bullicio.

El guardia del Hokage, Kakashi, fue el primero en entrar a la sala, a través del enorme agujero que se había hecho.

Ninguno de los presentes dijo nada ante esta llegada, esperaron en silencio lo que pasaría a continuación.

La siguiente fue la Hokage, quien a diferencia de antes, su brazo estaba en buen estado, luego entró una chica de cabello rojo, que nunca antes habían visto.

Era algo lógico que eso pasara, para cualquier reunión, un Kage tendría un plan de emergencia, como dejar a guardias por los caminos y que estos avisaran a cualquier situación sospechosa que aconteciera, por eso la mayoría se mantuvieron tranquilos, porque la mayoría hicieron algo similar.

Sin embargo, al final, el salón se llenó de los sonidos de espadas y los pasos apresurados, todos rodeaban a este hombre, el que había causado todo al principio, Mitarashi Hajime.

—Señores —dijo Tsunade—. Digan a sus hombres que bajen sus armas y retrocedan, está conmigo.

Hajime tenía una venda hecha a prisas, su brazo esta cubierto por una férula que impedía todos sus movimientos.

—¡No digas estupideces, Hokage! —el Raikage señaló a Hajime—. ¡¿Se puede saber como lo tienes tan libre por ahí?!

—Todo está bajo control —dijo Tsunade, se sentó en la silla, Kakashi y Karin se pusieron a sus lados.

—¡No! ¡Samui, Darui, ata...! —dijo el Raikage.

—Raikage —dijo Tsunade—. Si usted da la orden de atacar, sus guardias no acabaran bien.

—¿Me estás amenazando? —dijo el Raikage.

—De ningún modo.

Solo entonces el Raikage observó a Hajime, este también se encontraba viéndolo fijamente.

—¡¿Donde está Hiro?! —gritó Samui

—En algún lugar de este país, en dos o tres días volverá —dijo Hajime—. Disculpa las molestias.

—¿Qué...? ¡Te estás burlando de mi! —dijo Samui.

El Raikage entendió que no podían ganar, estaba dejando que su impulsividad hablara por él, así que desistió de la idea.

—Bajen sus armas —dijo el Raikage—. Vengan a mi lado.

—... Espero que tengas una buena razón, Hokage —dijo Chiyo, dándole una señal a Ebizo—. Me disculparás si he pedido a mi hermano que busque ninjutsu que permita una posible suplantación.

—No hay problema —dijo la Hokage.

—¿Tan bajo has caído Hokage? —el Tsuchikage no ocultó su burla.

Tsunade no respondió, se levantó y recogió la silla. Les dio una señal a sus guardias y Hajime.

Puso la silla en el centro de la sala, alrededor de la mesa destruida.

—Pónganse cómodos —dijo la Hokage—. Les contaré lo que ha pasado.

—Te la estás creyendo mucho, Hokage —dijo el Tsuchikage—. ¿Qué pasó con tu actitud amigable?

A pesar de su reprocho, hizo caso a la Hokage, tocando su espalda como si le estuviera doliendo, dándose masajes.

—He tenido un día pesado.

El orden en que se encontraban agrupados era diferente ahora. Tsunade, Mei, Chiyo, A y Onoki, sus guardias alejados varios pasos detrás, observando con atención a sus líderes, pero nunca quitando su atención a Hajime, quien solo se echó en la silla. Karin no lo veía y giraba su mirada a todos lados menos a él, Kakashi era el único quien a pesar de todo, se mantuvo impasible, incluso pareciera que estuviera pensando en algo.

La Hokage hablaba y hablaba, con la interrupción ocasional de algunos Kage. Reveló la información completa de Hajime sobre su infiltración en Akatsuki.

—¡Es una estupidez! —dijo el Raikage—. ¿Nunca supiste de esto y lo aceptas como si nada?

—Más o menos —dijo Tsunade—. Sí.

—¿Qué pasará con mi hermano? ¿Acaso revelará la ubicación de mi hermano?

—¿Raikage? —Hajime levantó su mano sana.

Todos con precaución observaron a Hajime.

—¡No confío en ti! ¡Que te quede bien claro! —gritó el Raikage.

—Su hermano no ha sido capturado por Akatsuki, Tobi falló en su captura.

—¿¡Qué!? —dijo el Raikage—. ¡Mentiroso! ¡Entonces...!

—Se ha tomado unas vacaciones —dijo Hajime—. Está en uno de los lagos cercanos tomando una siesta.

—¡¿Qué...?! ¡Eso es imposible!

Mentiroso, todo era una trampa para que todos sus ninja cayeran, no lo permitiría, su hermano... a quien le gusta cantar en conciertos, quien le jugaba bromas sobre su desaparición, quien se iba de la casa sin decir nada, quien lo insultaba secretamente en canciones...

«¡El muy hijo de...!», pensó el Raikage.

Naruto Shippuden / IridiscenciaWhere stories live. Discover now