Capítulo 80: Por favor, solo yo

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Sin nada de suavidad ni dulzura, alejó el brazo de Tsunade, aquella quien le estaba sanando. Con dolor forzó el cuerpo a levantarse, aún con los dolores que irrumpían en su organismo.

La carne quería reponer su energía y descansar, pero su mente tenía mucho que ofrecer. Karin sostuvo todo su ser lo más firme que pudiera, aunque para eso tuviera que apretar con fuerza su chaqueta.

Su cabello seguía desordenado como siempre y ocultaban sus ojos, despejo con su mano esta intromisión y pensó sin querer porque tenía que sufrir de esta forma, porque eligió que este sería el tipo con el que pasaría el resto de su vida.

—Te odio, Mitarashi Hajime —dijo Karin—. Que no te quede ninguna duda de ello.

Hajime se detuvo, cruzó los brazos, hizo un ademán silencioso, burlándose por esa respuesta.

—Me molestaría bastante de lo contrario —dijo Hajime.

—Yo... creía que podía matarte —dijo Karin—. Esperaba tener la ayuda de los Kage para poder hacerlo, eso resulto ser un fracaso, eres demasiado fuerte, incluso si todos se enfrentaran a ti a la vez, dudo que pudieran ganarte.

Karin rió, acomodó sus lentes.

—Te contaré una historia —dijo—. Hace tiempo, una niña molestada, de carácter severo y con pocos amigos, a su padre ni lo conocía, a su madre la había perdido, como tal, especialmente después de la muerte de su madre, sentía no encajar con nadie, por lo tanto, los días y noches en su casa eran silenciosos y esta niña no abría la boca, salvo para comer o para dar a entender que comprendía una orden.

Karin sonrió.

—Hubo un día que, en una misión que le permitiría ascender de puesto, conoció a este niño. Un amor de niño, el alma pura y perfecta, su príncipe, alguien con el que podría hablar infinidad de horas sin aburrirse y lo haría, si no fueran los días finitos. A la pelirroja le encantaba, al punto de sentirse culpable por sentir esto en su pecho, porque no se lo merecía, no tan fácil, que después de su solitaria vida, el mundo haya decidido llenar su vacío...

—Aún así, ella no se podía engañar, era feliz, hasta que un día, sin previo aviso, el miserable había decidido marcharse por una razón que aún no entiende y nunca lo hará.

—Ella lo odiaba con todo su ser, aún sin terminar de hacerlo realmente. Al vivir juntos, este chico la había dejado en una aldea desconocida y ajena, o al menos, ese debería ser el caso. Tenía miedo al principio, desde que no era muy sociable, pero una rubia se las arregló para hablar como una amiga suya, luego se unió la rosada, finalmente su maestra de gran pecho, a quien le tiene cierta envidia por esa capacidad.

Karin volvió a reír.

—Aún con todo ello, esta chica, cegada por su odio y por una ilusión, se negaba a creer en un final feliz sin él, sin el chico que al principio la había tratado bien, por eso, negaba salidas ocasionales, salvo casos que le obligaran, no le quedaba de otra... o al menos eso pensaba...

—He hecho muy buenas amigas, Hajime y... las he tratado mal.

Karin bajó la cabeza.

—Lo siento, Tsunade-sama —lagrimas recorrían el rostro de Karin—. No sé como expresarme bien, soy negativa y poco conversadora, no sé como hacer que alguien se sienta mejor, ni tengo idea de como pedir disculpas apropiadas. Perdón por no voltear la cabeza, es solo que estoy muy avergonzada e incluso estoy sudando y mi rostro está rojo, soy un desastre en esto pero... ¡te quiero mucho Tsunade-sama! ¡gracias por cuidar de mi! ¡te estoy muy agradecida!

—Karin... —Tsunade murmuró.

—¡Por eso, Mitarashi Hajime! —gritó Karin—. ¡Solo a mí! ¡No le hagas daño a Tsunade! ¡No le hagas daño a mi madre!

Fue sujetada, su cuerpo envuelto por un abrazo, su cuerpo se resentía, pero a cambio de que Tsunade hiciera eso, era algo muy leve.

Tsunade movía su cabeza de derecha a izquierda en su cabello desordenado.

El único sonido era de sus lágrimas, que parecían no tener fin.

Fue entonces, que Hajime caminó en su dirección, Karin y Tsunade alertaron sus cuerpos, tomaron una posición defensiva.

Hajime corrió a gran velocidad, estaba al frente de Karin, movió su brazo hacia el de ella, los ojos de ella estaban rojos por las lágrimas.

Una luz morada salió de su mano, el brazo de Karin era reparado en poco tiempo, Hajime sudó por el esfuerzo que esto le provocaba.

[Hiraishin no Jutsu] y ahora estaba a la espalda de Tsunade, donde repitió la acción.

Ellas se quedaron en su sitio, perplejas por lo que acababa de suceder.

Hajime se tele-transportó a su posición original, sin nada más que hacer.

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En silencio, en todo este momento, Hajime no se permitió decir una sola palabra, sabía que eso estaba fuera de personaje, que para hacerlo más creíble tendría que burlarse de sus sentimientos.

Pero no había necesidad.

Anko caminó unos pasos, su mano en su hombro, Hajime volteó y esta sonrió.

—Es suficiente —dijo.

—Sí... —dijo Hajime—. Tienes razón...

Hajime cubrió sus ojos, estaba cansado y con un dolor insoportable en su brazo, se arrodilló en el suelo, sin nada más que hacer.

—Ven, ven —Anko con cuidado movió a Hajime.

Despacio, su cuerpo se movía hacia uno de los lados del puente, donde apoyó su espalda.

Tsunade y Karin, ellas miraban en su dirección sin poder entender nada de lo que ocurría, era algo complicado de explicar.

«Este día... ¿te habré hecho sentir menos miserable? Me gustaría que fuera así...», pensó Hajime.

Naruto Shippuden / IridiscenciaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang