Capítulo 85: ¿Pensarás?

717 88 0
                                    

Karin salió de su campamento, la noche era fría como ninguna otra, fue entonces que observó a Hajime, estaba echado por completo en el césped, como siempre, con el uniforme de Konoha. Karin rasgó sus uñas sin poder evitarlo, un frío ajeno se apoderaba de ella, un sentimiento palpitante.

Hajime giró su cabeza y sus ojos se cruzaron al mismo tiempo por un corto momento, Karin avanzó hacia Hajime.

—No puedo soportar a Kakashi —dijo Hajime—. Ronca mucho, por eso salí.

Karin no estaba segura de la veracidad de esas palabras, no conocía mucho a Kakashi, ella quedó en silencio, pensando y pensando en el daño que le había provocado, le quería mostrar algo importante.

—Eh... ¿quieres venir? —dijo Karin—. Quisiera mostrarte algo interesante, tampoco es lo que piensas pervertido.. jajaja.

«No eso no es lo que diría», pensó Karin.

—Eh... ¿quieres venir? —dijo Karin—. Voy a hacer algo interesante.

Karin suspiró por un rato y miró al frente, se veía un poco solitario.

—No, gracias.

Karin balanceó sus ojos de un lado al otro, no sabiendo a que prestar su atención en realidad

—Está bien —dijo Karin.

«Eso es lo que haría, me alejaría de ti», pensó Karin, «Pero... ¿que pasaría si me tragara mi miedo? Que de algún modo lograra cambiar quien soy...».

Karin y Hajime avanzaron por los bosques, sin que ninguno se dirigiera la palabra, llegaron a un campo despejado.

—Esta es una casa que he construido, encontraras a mi vecina al lado, aunque no la despiertes.

Hajime avanzó hacia la puerta.

«Estoy alucinando, quisiera ser asertiva para no herir a nadie», pensó Karin, «Pero yo acepté, ¿por qué?».

La espalda de Hajime avanzó por la casa sin esperarla.

«Hubiera sido muy fácil decir que era una lástima», pensó Karin, «Ahora estoy en su lugar y me gustaría saber que es lo que pensaba para seguirlo».

Hajime observó a los alrededores con curiosidad, Karin le dio un vistazo firme.

No sentía nada, absolutamente nada. Era así como era.

«¿Cómo iba?», pensó Karin.

Se había arrodillado, Hajime la observó sin muchas ganas.

—Lo siento —dijo Karin—. Fue mi culpa... ¿qué puedo hacer para solucionarlo?

«Que bonitas palabras», pensó Karin, «Yo lo sé, que está diciendo la verdad».

En ese pequeño momento, su ilusión se había desvanecido, no era ella quien pedía disculpas, sino él, ahora, ella tenía que dar una respuesta a esa pregunta.

«No ha sido fácil para ti decir eso, ¿verdad?», pensó Karin, «¿O tal vez sí? Recuerdo que podías decir cuanto querías a alguien sin pensártelo dos veces, esa parte de ti me encanta como no tienes idea».

Karin tragó saliva.

«Porque yo soy incapaz de eso, eso lo tomo a la broma, esperando que alguien se de cuenta, tal vez por eso me volví dura, incapaz de relacionarme, como solía ser... o al menos como me veo a mi misma».

«Si fueras la persona que pienso que soy, te diría lo mucho que te odio, te hablaría sobre lo miserable que hiciste a tus amigos, sin embargo, nada de eso puede salir de mi, te lo prometo».

«Me hallo a mí misma queriendo alegrar esta noche para ti y que duermas bien, estoy casi segura que no eres tan fuerte y que todavía puedes llorar, de lo contrario, no pedirías redención, porque la otra razón por la que haría esto, es muy descabellada».

«¿Lo haces por mi y para que me desahogue? Me gustaría levantar mi puño y golpearte varias veces, hasta que tu rostro este totalmente morado, pero sé que no me lo perdonaría, viendo tu rostro preocupado, algo crecido por los años, me doy cuenta que sigues ahí, aquella persona que daría su todo por alguien más, sin importar las consecuencias».

Karin dio un masaje a su brazo derecho.

—No lo vuelvas a hacer, no vuelvas a abandonar tu hogar, no las abandones a ellas.

«No me abandones a mí».

—Me puedes abandonar si quieres.

«Todavía me preocupo por ti, estúpido».

—Ya no me preocupo por ti, amigo, por eso quiero que me prometas con todas tus fuerzas, que si solo tienes una opción y es marcharte —Karin golpeó el pecho de Hajime—. No lo harás nunca jamás, no tomarás esa opción.

Karin retrocedió unos pasos, cubrió su boca, mordió su labio.

—No puedo —dijo Hajime—. Sabes que no lo haré.

Karin bajó su mano, lo vio fijamente. El sonido de su mano chocando su rostro, Hajime recibió una cachetada, su rostro estaba rojo por el daño.

—Entonces no preguntes esas cosas, si no las puedes cumplir.

Karin observó la mano de Hajime, un pensamiento rápido se imagino tocando su mano.

Karin salió por la puerta.

Besando y besando, que es lo que le gustaría.

El frío recorrió todo su cuerpo.

Y ella sonrojada y feliz, eso es lo que le gustaría.

«Pero no puedo».

Karin miró hacia el cielo, las estrellas iluminaban todo su cuerpo, mientras se preguntaba si podría haber dicho y hecho mejor las cosas.

«¿Pensará que me rió de él? ¿De su convicción y su cariño?, tampoco es que se pueda quejar, ni yo tampoco, ambos hemos tomado esa decisión, lo sé, es una certeza».

Abrió la carpa de su campamento junto a Anko, el lugar seguía siendo muy caliente y Anko seguía roncando.

Sin embargo, de algún modo, estaba sudando más que antes.

Su ronquido se detuvo, Anko estalló en un grito.

—Maldito grillo, no me deja dormir bien.

—Ah... ¡deja dormir! —protestó Karin—. ¡Estaba durmiendo... perfectamente!

Naruto Shippuden / IridiscenciaWhere stories live. Discover now