Capítulo 27: Tal vez mañana

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Su compañero cubrió su rostro mientra las cenizas caían sobre él, mientras, ella miraba con cierto desdén a la vida que había acabado. Las cosas en teoría estarían más calmadas, pero ahora que ha visto lo que Hajime es capaz, no puede evitar sentir esta sensación de malestar.

Peligro, le gritaba todo su ser, avisarle a Nagato y matarlo, no debía de interponerse, ha superado sus expectativas con creces, pero eso solo quedaba en pensamientos. No podía hacer nada, él veneno la mataría en poco tiempo, podría pensarse que es irresponsable, pero, si puede llevárselo a él, entonces, el sacrificio habrá valido la pena.

Konan escupió un poco de sangre, la tierra se torno húmeda, una picazón recorría todo su ser, no sabía lo que estaba pasando, las cosas se distorsionaban.

Apoyaba sus fuerzas en no caer, no quería que pensara que está en las últimas, hacer sentir lástima no era su estilo. Entrecerró sus ojos, ya cansados, difíciles de abrir por completo, su figura estaba allí, se balanceaba; a simple vista, ella notaba que también le costaba seguir de pie. Se acercó a ella, ambos se veían, se agachó.

De ser posible, si intentara algo, se lo llevaría junto a él, pues, el propósito de su vida estaría cumplido. Su vista borrosa, ese horrible sabor en su garganta, todo eso, la hacía más propensa a seguir estas acciones.

Hajime levantó su brazo, ella estaba agitada, intentaba controlar las hojas, que los envolvieran, para así los dos caer, pero era inútil, estaba muy cansada.

Que miserable era, quería servir hasta las últimas consecuencias a Nagato, pero a la vez, tenía miedo de morir, porque ese sería el fin de todo.

Sin embargo, no fue atacada, en lugar de eso, Hajime volvió a tener sus ojos naturales, también algo agradable le ocurría. Su cabeza era tocada, sus cabellos se frotaban con los de Hajime, el ambiente no era tan pesado, su visión volvía a la normalidad, aunque todavía tenía ese sabor desagradable, ya no se mostraba como si fuera lo único que pudiera sentir.

Había recuperado la consciencia, sus ojos abiertos por completo. En el suelo todavía, cansada, se arrastró lejos de Hajime, revisó sus manos, se preguntaba que pasaba.

—¿Qué has hech...? —preguntó Konan, solo para detenerse.

Hajime estaba con sus dos brazos en el suelo, caídos, su rostro morado, sus pupilas desaparecían, más agitado que antes, su rostro acongojado por dolor. Ahora, él era el que echaba sangre, por unos cuantos instantes.

Su cuerpo iba a caer hacia el frente, pero Konan se lo impidió, lo sostuvo para evitar que se hiciera daño.

—¿Estás bien? —dijo Hajime, con voz calmada—. No te puedo ver bien, no estoy tan seguro.

—¿Qué clase de preguntas haces? —dijo Konan—. Estás peor que yo, ¿qué me has hecho? Tu hace poco estabas...

—Transferí tus síntomas a mi sistema —dijo Hajime—. Cierto, esto duele mucho... es horrible.

De inmediato, comenzó a toser.

—¿Podí...? ¿Puedes hacer eso? —dijo Konan—. Idiota, nadie te pidió que...

—Eres mi compañera, no quiero que mueras —dijo Hajime—. Además, a mi solo me bastará unos cuantos días para sanar, no es nada...

Hajime se alejó de Konan, solo para escupir lejos.

—Hace tiempo que una mujer no me ve así —dijo Hajime—. No quiero que cambie nuestra relación, solo, voy a descansar, por allá.

Su ropa sucia, sus pies apenas levantados, temblorosos con cada paso que daba. Konan no lo podía creer, su estado era terrible, y ella estaba bien, excelente, recién recuperada.

Por la paz, para ese futuro que ella anhelaba, para que nadie sufra, este momento, en que ella lo mata, podría cambiar la historia para Nagato. Imaginaba que si lo matara, no tendría que sufrir tanto en el futuro.

Es fácil, diría que el tipo era muy peligroso, Nagato nunca ha dudado de su intuición, le creería.

Así que, era fácil, debía de descomponer las hojas en su cuerpo, o tal vez no, tan solo sacar un kunai corriente sería suficiente, como le ha salvado la vida, eso sería como un agradecimiento.

Más años de dedicación hacia Akatsuki, el proyecto de la paz, darle una muerte rápida sería suficiente.

Su figura todavía caminaba hacia la entrada gigante, era ahora, sería suficiente solo moverse y golpearlo tal vez.

Cualquier cosa sería mejor, ha hecho esto muchas veces, se levantó, caminó, levantó el kunai.

Ayudó a que apoyara su brazo en su hombro, neutra, sin expresar nada.

—Soy la mayor, te ayudaré —dijo Konan, simple, sin levantar la voz mucho.

—... Gracias —dijo Hajime, bajaba los ojos.

Entraron en el calabozo, pero no en profundidad, Konan lo dejó sentado, apoyado en una pared, él sudaba a montones, respiraba como si solo hacerlo fuera una molestia. Ella había sentido eso hasta hace poco, no quiere recordarlo, por lo que dejó esos pensamientos atrás.

Hajime finalmente cerró los ojos, pero todavía respiraba, sus latidos estaban bien, se aseguró de ello. Se colocó al frente de él, apoyó su cuerpo en la pared, mientras lo veía, todavía sudaba, no parecía tener un sueño placentero.

Pasó por su cabeza regresar a esa aldea, donde podrían descansar, pero no sabía como tratar a Hajime en su estado actual.

Luego, algo mucho más simple, levantó su brazo, abrió su mano, en el aire, bajó la perspectiva correcta, era como si lo ahorcara, de todos modos, no podía asegurar que viviera, era tan simple, pero aún así, algo le retenía de hacerlo.

Cuando vio su cara, no pudo evitar preguntarse por su edad. Era muy joven, ¿15 años o 18 años? algo como eso. Si solo quiere ver enemigos fuertes, entonces es un completo idiota, hay vida delante de él, tantas posibilidades... desperdiciadas.

Cuando le agarró la cabeza ¿cuánto tiempo pasó desde la última vez? Su padre era el último, si mal no recuerda. Con Nagato no podía hacer mucho eso, desde que los dos evitan una conversación de dos amigos.

Al final, golpeó la pared detrás de ella, dejó una abolladura, que fue restaurada al instante. Lo iba a matar, no debía de tener contemplaciones.

Pero... tal vez mañana, las gotas le impedían ver mucho.

De todos modos, tal vez, estaría muerto, ella no tendría que hacer nada.

—¿Interrumpo algo? —escuchó Konan.

Con miedo, como si hubiera sido descubierta, ahí estaba de pie.

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