Capítulo 83: Las sombras (3)

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El Raikage parecía más tranquilo y Tsunade le dio su aprobación a Hajime.

Por ahora, había varios asuntos que no entendía del todo, pero por alguna extraña razón, sentía una increíble confianza en si misma y no solo lo aparentaba.

Les dio la palabra a los demás Kage en la sala para averiguar lo que sucedió mientras peleaban afuera, también tuvo que pedir una recapitulación de los sucesos anteriores ya que se encontraban algo difusos.

La traición de Homura Danzo fue descubierta y ella lo había contado al detalle, un poco para limpiar el nombre de Hajime y no convertir esta reunión en un alboroto.

Tendría serios problemas al tratar luego con los ancianos, aunque... tal vez sea hora de golpearlos un poco.

De todos modos, los Kage explicaron la situación y Tsunade se sumió en sus pensamientos.

—Uchiha Madara... —dijo Tsunade.

—Así es —dijo Mei—. Tal como previste al principio.

—En realidad esa... tampoco fui yo —dijo Tsunade—. Fue Danzo.

—Dejar que una organización se vuelva fuerte para arremeter con el líder —dijo Onoki—. Que vergüenza.

—El Tercer Hokage no tuvo cuidado —dijo Tsunade—. Estas politequerías también me desagradan, como que... ¡tienes al ser más poderoso de una aldea! ¿qué hacemos con él o ella?, ponlo a rellenar papeles, y luego todos los viejos con una sonrisa amplia y levantando el pulgar.

—Tienes razón —dijo Onoki, con una sonrisa

Mei ocultó su risa detrás de su boca, el Raikage solo sonrió satisfecho y Chiyo rió mostrando sus dientes y tocando su barriga.

—Ah... —dijo Chiyo—. ¿No hemos estado haciendo esto terriblemente mal?

Un silencio entre todos, como pensando en cosas particulares, ajenas al conflicto actual.

Tsunade aplaudió con sus manos y atrajo la atención de todos de vuelta.

—Hay mucho que hacer, compañeros —dijo Tsunade—. Si el tal Uchiha Madara es quien se supone, será muy peligroso para todo el mundo, pondré todo lo que tengo para salvar a mi pueblo y en plena alianza, también a los suyos, lo prometo.

Todos los Kage, excepto el Raikage, asintieron y prometieron con sus manos en alto, algunos más entusiastas que otros.

Todos miraron con atención al Raikage, quien todavía se notaba disconforme con la propuesta.

—Aún no puedo confiar en ti —dijo A.

—¿Qué necesitas ahora? —dijo Mei.

—Necesito que una decisión sea evaluada ahora —dijo A—. Tú, Hokage, que tienes al Jinchuriki del Kyubi, tráelo a esta aldea, se le protegerá para que no sea capturado por el enemigo, he recibido rumores que tu aldea ha sido devastada por Akatsuki, tus fuerzas no bastaran para proteger-

—¿Raikage? ¿Eso no es pedir mucho? —dijo Mei.

—¿Tu hermano? ¿Es cierto que ha controlado el potencial completo del Hachibi? —dijo Tsunade.

—Fue un largo y tedioso entrenamiento —dijo A—. Es afirmativo, lo controla a la perfección.

—Muy bien —dijo Tsunade—. Durante su estancia aquí, quisiera que fuera entrenado por él en su control, también... ¿no te importará que traiga a personas que lo cuiden? Unas cuantas personas no harían daño al Jinchuriki del Ocho colas si lo piensas.

—Jum... —bufó el Raikage—. Lo acepto.

—Entonces, mandas una carta a Konoha cuando lo encuentres —dijo Tsunade—. Llegará unos días después.

Tanto Tsunade y el Raikage estrecharon sus manos en mutuo acuerdo.

—Esto ha sido bastante satisfactorio —Tsunade se levantó—. Preparen a sus ninjas, esta será una guerra.

Los demás Kage siguieron a Tsunade en su accionar, el Raikage, por actos protocolares también fue a despedirlos.

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Solo eran un grupo de cuatro caminando hacia el horizonte, ya se habían alejado lo suficiente de Kumogakure para que espías dejaran de seguirlos.

Gracias a Karin, encontraron a un individuo que se encontraba cerca de su localización.

En este lugar llenó de vegetación y flores naturales, había una carpa en el centro. Una mujer salió a recibirlos, con un gesto de sorpresa y luego de alegría.

—¿Tan poco duro la reunión? —dijo Anko, revisó la carpa detrás de ella—. Pensaba que se quedarían un día, mínimo.

—A punto de comenzar una guerra es imposible —dijo Tsunade.

—Ah... ¿otra vez? —dijo Anko—. ¿Kakashi como lo llevas?

Kakashi sin dejar de leer el libro Icha Icha, contestó con indiferencia.

—Me he acostumbrado a esto —dijo Kakashi, pasando página—. La Hokage hará una buena decisión seguro.

—¿Niña, va a ser la primera vez que experimentes una guerra?

—Sí... —respondió Karin, algo incómoda.

—Ya veo, ya veo... ¡Hajime, prepara carpas! ¡Tengo dos de repuesto por ahí!

—Sí, sí —dijo Hajime, bostezando, con su brazo izquierdo que apenas se mueve,

—¿Cómo le dejas hacer eso solo? —dijo Tsunade, mientras caminaba al lado de Hajime.

—Lo que pasa es que eres muy dulce —dijo Anko—. ¡Con dos dedos disponibles puedo hacer una carpa!

—Con tus dos manos disponibles ni comer con palillos puedes —Tsunade se burló.

Anko pretendió no escucharla y escondió su enojo, aunque una vena apareció en su frente.

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