Capítulo 121: Comprender

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Se alejaron lo suficiente para no causar un alboroto, todavía estaban en terreno arenoso, pero ninguno quería ir más lejos.

Enfrentados, los dos se miraron e iniciaron su batalla. Debilitados por el cansancio, sus fuerzas estaban equilibradas, pero, tampoco es necesario profundizar más en su lucha, solo es necesario  mencionar que cada uno se golpeaba con la intención de ganar lo más pronto.

Las dos miserables almas, sin tregua, se dañaban mutuamente, a pesar de que los dos decían ayudarse. Mientras Hajime, en su afán de alejarse para que sus amigos consigan plenitud, Karin estaba convencida de que huir no era la forma de solucionar los problemas, solo los acrecentaría.

Ambos, sumidos en sus propios pensamientos, no daban cabida a los argumentos del otro, la sangre y moretones se agrupaban en sus cuerpos. Karin estuvo encima de Hajime y empezó a golpearlo, esperando ese momento de conexión de grandes ninja, sin éxito. Fue empujada luego de un rato.

Karin se estaba cansando, notaba su vista borrosa, no le quedaba mucho tiempo. En ningún momento, sintió una conexión entre ellos, lo único que ganaron de esto, fue el odio mutuo, que crecía con cada golpe que se daban.

Ella intentó dar un paso hacia adelante, pero resbaló, golpeando su cuerpo ya adolorido, este le respondió con su impotencia, ya no reaccionaba.

Su cabeza estuvo arriba, viendo a su adversario, su cuerpo descuidado tocando el suelo.

«A este paso.... a este paso... », Karin apretó la arena en su mano.

—¡¿Por qué?! —gritó Karin—. ¡¿Por qué tu desesperación en marcharte?!

Hajime cayó hacia atrás, sentado, agitado, no contestó la pregunta de Karin.

—Porque es mi decisión, puedes odiarme, si deseas.

—¡No tomes decisiones que te hagan sentir miserable...! —Karin reflexionó, titubeo, pensando, luego murmuró—. No... tomemos decisiones... que nos hagan sentir miserables...

Karin, en ese momento, se dio cuenta de una cosa: los dos habían fallado en comprenderse. Sin darse cuenta, no escuchaban con claridad al otro, sumidos cada uno en su propio pensamiento.

De seguir así... ambos cumplirían con su propósito y serían infelices. Se dio cuenta, que uno de ellos tenía que poner fin a esto de algún modo, de lo contrario, la relación que había empezado tan bien, terminaría horriblemente.

«Hajime no es una mala persona... ni yo tampoco», pensó Karin, «Solo tenemos distintas ideas y eso es suficiente para nosotros».

Tuvo una extraña sensación de calma al pensar en ello.

Karin abrió y cerró sus pestañas, sus ojos color rojo reflejaron la eterna mañana, donde ambos, se hicieron daño el uno al otro y ninguno llegó a un acuerdo.

—Perdí... ¿eh? —sus labios insatisfechos.

—Así parece —contestó Hajime, luego sonrió con pesadez—. ¿Puedo irme...?

No estaba triste, ni molesta, a pesar de sus palabras.

—Hace tiempo, cuando todavía era niña, comía sola en mi academia —dijo Karin—. Era la época en que mi madre aún vivía, ella preparaba con entusiasmo mi bento y yo me iba a unas escaleras, donde nadie podía encontrarme y pensaba para mí: «¡Qué genial es estar sola, no hay nadie que te fastidie y puedes comer como te de la gana porque nadie te critica!». Por mucho tiempo, pensé que estuvo bien.

—... ¿Alguna vez te encontraron?

—Sí, varias veces. A veces yo "los encontraba", resulta que mi lugar seguía estando dentro de la academia y este era un espacio limitado, bastaba que a alguien se le ocurriera esta idea para no tener mi espacio nunca más.

Naruto Shippuden / IridiscenciaWhere stories live. Discover now