Capítulo 91: Sobre lo que ocurre en la Arena (3)

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Sus pies le dolían por el largo tiempo que estuvo sentada, explicando al resto del Concejo sobre la situación poco estable en la que se encontraban. Cuando regresó con su hermano, pudo dejar salir el bostezo que se había guardado desde bastante tiempo. Chiyo miró a su hermano, que seguía escribiendo con diligencia los papeles que le habían sido encargados a ella.

Era de noche y a pesar de todo, no se había cambiado.

—Un día más, mañana explicaré la situación como corresponde a todos —Chiyo recordó todo lo que había ocurrido en ese momento—. Este Concejo es un tanto hostil con este tipo de situaciones, me da ganas de reventar sus cabezas o envenenar sus vasos.

Chiyo de inmediato comenzó a reír.

—Deja de hacer ese tipo de bromas —dijo Ebizo—. Pueden resultar graves para tu reputación.

—Me falta un mes, lo que digan de mi no me importa tanto.

—Aún así... no te rehúsas a llevar a cabo esas tareas tediosas, como ir a la reunión.

—Era algo muy importante, son pocas las veces que ocurría eso, no podía simplemente no ir.

Chiyo frotó su rostro con ambas manos, cansada, con el sueño que la mortificaba. Miró de nuevo a su hermano, este dejó la pluma a un lado y repitió su acción.

—¿Vas a descansar? —preguntó Chiyo.

—Sí.

Pero, como si el mundo no quisiera que sucediera tal cosa, un temblor fuerte resonó por todos los alrededores. Chiyo y Ebizo se vieron el uno al otro y fruncieron el ceño ante tal imprevisto, en la ventana, vieron a un hombre, de capas negras y nubes rojas sobrevolando el cielo nocturno.

—¿Es quien creo que es? —preguntó Chiyo, apretó su puño y miro con ansiedad.

—No lo es —dijo Ebizo—. Su cabello es negro, el de este es rubio. Además, en la otra ocasión, fue un tanto más "espectacular" con los papeles y esas cosas.

—¿Significa eso que es otro?

—Lo más probable.

La puerta se abrió de golpe, un ninja se mostró, su rostro sobre-esforzado.

—¡Kasekage-sama! ¡T-Todos los guardias sensores que defendían el aire! —Baki estaba agitado y sorprendido, aún así, no dejo que su miedo le impidiera seguir hablando—. ¡Gran parte ha muerto! No puedo creer que de nuevo...

Baki prestó unos binoculares en su mano y se los dio a Chiyo, esta observó en la lejanía como los puestos de vigilancia aéreos se mostraban destruidos, los cuerpos con sustancias rojizas.

—¡Detengan sus intentos de intentar enfrentarnos! —gritó el hombro.

Habló con la suficiente fuerza para que todos en la aldea le escucharan, debería estar usando algún jutsu.

—¡Todas la fuerzas de Akatsuki han rodeado la puerta oeste! ¡Sin piedad, en dos horas, acabaremos con toda la vida que se encuentra aquí! ¡Esta será una base nueva para poder seguir con...! ¡Tobi, basta! ¿Qué haces aquí?

Como si el espacio se deformara, adelante del Akatsuki rubio, otro con vestimenta similar había aparecido.

—El que declaró la Cuarta Guerra Ninja —dijo Chiyo.

Tobi levantó ambos brazos en el cielo, habló con voz carismática e infantil.

—Lamentablemente —dijo Tobi—. Les daremos solo una hora, aquí Deidara-senpai es un poco olvidadizo con los números y...

—¡Hey! —Deidara interrumpió molesto—. ¡Eso era lo que habías escrito tú!

—¡Lo disciplinaré correctamente! Jijiji.

Después de que ocurriera eso, se alejó de los cielos y se fue por el horizonte, aterrizó cerca de la puerta oeste.

Chiyo no tenía una sola expresión para demostrar los sentimientos que alberga ahora. Los aldeanos habían salido de sus casas y todos miraban en dirección a su edificio, los que estaban más cerca, pudieron verla detrás de la ventana junto a su hermano. Todos sabían que tenían que decidir algo, Chiyo misma también, aunque no tuvieran idea.

—Baki —dijo Chiyo—. Te dejaré que expreses todos tus pensamientos hacia mi hermano con toda sinceridad, quiero despejar mi cabeza.

Chiyo se sentó en el mueble nuevamente, cubrió su cabeza. Baki tenía los ojos abiertos.

—En circunstancias normales, como estratega de la aldea y defensor de mi patria —dijo Baki—. Diría que peleemos hasta la muerte. Sin embargo, dado que Akatsuki se ha presentado, sería una muerte inútil, que debilitaría la moral de otras aldeas en esta lucha.

—Como estratega ¿hay alguna posibilidad de ganar?

—No —dijo Baki—. Ellos son mercenarios, cada uno con la capacidad de poder acabar con una bestia con cola, en esta aldea... no hay nadie que equipare esa fuerza militar. Aún si atacáramos miles y miles de ninja, tal vez tengamos suerte si matamos a uno, pero luego... por esa decisión, no valdrá mucho la pena, incluso, puede que una vez terminada la guerra contra Akatsuki, otra aldea aproveche la oportunidad para apoderarse de esta.

—Pero si incluso lográramos acabar con uno o dos en el mejor de los casos —dijo Ebizo—. Podríamos mejorar la balanza a favor de todos.

—¿Hacer el bien sin beneficios? —preguntó Ebizo—. Con todo respeto, la aldea de la Arena será ignorada y pasará mucho tiempo si es que alguna vez recupera la gloria perdida después de las muertes que nos deparan, es demasiado peligroso quedarnos y pelear. Nadie en la historia ninja ha juntado armas que pueden destruir aldeas en segundos, solo Akatsuki, dado esto, es mejo retirarnos y avanzar hacia otra aldea.

—Ahora, una pregunta interesante ¿Por qué nosotros? —Ebizo miró con expectativa a Baki—. ¿Por qué de todas las aldeas, nosotros? ¿Por qué no Konoha, que se encuentra en plena restauración? ¿Por qué con tanta confianza pueden atacar a toda una aldea? ¿Podrían atacar a otras del mismo modo?

—Tengo entendido que Konoha derrotó a quien se considera el líder y tienen a... ese tipo —dijo Baki—. Además, dado que la única aldea que Akatsuki atacó directamente es esta, puede que se sientan más confiados y... tienen razón, aún después de varios meses, es difícil recuperarnos del daño que ha causado Akatsuki.

—¿Puede ser una trampa? ¿Por qué dijeron solo la puerta oeste? ¿Esperan que todos se dirijan a la puerta este y escapen?

—No quieren gastar energías al matarnos a todos —dijo Baki—. Incluso el mejor ninja tiene que descansar, puede que no sepamos quienes son exactamente, pero pienso que si hay una oportunidad de escapar, entonces la tomemos.

Ebizo asintió y Baki igual, ambos miraron a Chiyo.

—¿Qué opinas, hermana?

Chiyo se mantuvo en silencio, pensaba y pensaba. Tomó una decisión.

Naruto Shippuden / IridiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora