Fue inevitable no escuchar el roce de sus cuerpos debajo de las sabanas, ver el vals de sus pies como bandera al viento, los susurros en forma de conservación que entendí sin explicación, el chasquido silencioso y casi imperceptible cuando su boca tocaba su piel. Y cerré los ojos con fuerza en el patético pero esperanzador intento por dejar de sentir en todos los sentidos; patalee con fuerza para mantenerme a flote, para no hundirme, para no ahogarme y sofocarme. Lo logré, pero que duro fue, que batalla más malditamente desgastante fingir que estoy bien, que no me duele, ocultar que me encuentro revuelta y en conflicto al ver que parece ser feliz. Lo peor es que de alguna manera igual me divierto y por un momento me olvido de lo que siento, para después caer en el océano frío y cortante que me recuerda que de mi cuerpo se va desvaneciendo primero fue su olor, continuó su voz y ahora fueron sus manos, mientras vuelve a donde pertenece y grito en mi mente ¿Cómo no se desvanece todo lo demás?, ¿Cómo carajos no desaparece ese sentimiento sin medida que crece cada día? ¿Cómo malditamente sigo viva aun estando ardiendo en cenizas? No fueron mis mejores amaneceres.
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En la memoria de mis sentimientos
Short StoryEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa
