Le pedí

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Le pedí que se relajara y se dejara caer en mí cuerpo, al hacerlo la sostuve sin duda y por supuesto sin arrepentimiento. Acaricié su espalda, saboreándola aún en mi boca; mi toque provocó leves pero firmes temblores en todo su cuerpo que me robaron un par de sonrisas. Su corazón y el mío batallaban a muerte por quien latía con mayor fuerza sin darse cuenta de la sincronía que compartían. Su respiración se perdió por la curva de mi cuello y terminó alojada en las memorias de mis sentimientos. La humedad de su núcleo cálido y necesitado persistía en mi pierna mientras su cuerpo semidesnudo yacía encima del mío. Le pedí que me mirara, que abriera los ojos y me observara; sus ojos azabaches centellaron a través de la oscura habitación dejándome sin aliento. Su toque brusco y preciso certificó lo que ya sabía; el placer del poder que le otorgo provocó nuestro deleite morboso, dándome lo que le pedí por medio de su mano alojada en mi cuello y haciendo lo que cree que no está bien mientras me pide que quiere escucharme y le doy un bonus involuntario que escapa de mis entrañas. Al final aseguro que puedo besarla durante toda la noche, me quedo observándola dormir de esa manera (velando su sueño) pacifica, serena, en paz con sus demonios y al besarle la punta de la nariz trato de recordarle que le pertenezco entera y sin restricción alguna aunque no se lo merezca. 

En la memoria de mis sentimientosWhere stories live. Discover now