En la memoria de mis sentimientos

Tal vez

Tal vez llegué en el momento equivocado, estabas con alguien más no había espacio permanente en tu vida para alguien como yo.

Tal vez tener tanto en común no fue lo que nos unió, se trató más de que de alguna manera nos necesitábamos.

Tal vez te di tanto que terminé abarrotando tus manos, que en mi presencia siempre temblaron; preferiste dejarlo todo en mi puerta y volver cuando algo necesitabas de todo lo que una vez fue para ti.

Tal vez, y fue así, el juego se te salió de las manos, la tentación fue demasiado adictiva y el infierno tan a cobijador que al despertar del sueño agarraste la poca evidencia del delito y la ocultaste detrás de la biblia mientras pedias perdón, consciente que volverías a caer más de una vez.

Tal vez mi error fue no exigirte en lo más mínimo; eran cosas sencillas y básicas, importantes y necesarias para mí, mientras que para ti no.

Tal vez quise salvarte de tantas cosas... sin darme cuenta que eran parte de tu vida, de tu mundo, tu comodidad, aquello que no ibas a dejar ir por temor a lo desconocido, aunque se sintiera de mil maravillas.

Tal vez tuve que huir un poco más lejos y no regresar, perderme hasta encontrarme, sin que de alguna manera terminara encontrándote en mi camino.

Tal vez debí obligarme a no creer en tus palabras, porque simplemente eran eso: un par de letras, sin valor agregado.

Tal vez idealicé demasiado esa versión de ti que observo con tanta facilidad hasta el punto de llorar producto de la decepción de no verte abrazándola con regularidad.

Tal vez, estoy segura, que no supiste como demostrarme todo lo que terminaste sintiendo por mí, el miedo solo te dejó darme un 85%, porque mentí no llegaste a 91%.

Tal vez lo único que siempre quisiste observar con detenimiento fue el cielo adornado de la cantidad absurda de estrellas, de esas que te di y aquellas que te auto-regalaste.

Tal vez, simplemente olvidaste que una tarde de Julio me dijiste que me amabas, sin importarte el mundo que nos rodeaba, que nos encontrábamos en el medio de la calle, exigiendo que llenara mi silencio con las mismas palabras que salieron de tu boca.

Tal vez decidiste hacerme tanto daño con la idea absurda de que dejara de amarte.