En la memoria de mis sentimientos

Te sentí

Te sentí incluso antes de conocerte, la entrega incondicional, ese amor desbordado brotando de tus poros. Te sentí cerca estando en la esquina tratando de no ser vista, aunque era tarde porque ya te había visto y me había conectado contigo sin darme cuenta hasta que me encontré saltando sonriente, y sin precaución, al abismo de tu vida. Te sentí herida y pérdida, agradecida que me quisieras ahí haciéndote compañía, para hablar hasta el amanecer y sin querer despedirnos, con esa curiosidad ocultando la necesidad de seguir encontrando similitudes justo cuando nos dimos cuenta que hablábamos en diferentes idiomas. Te sentí a través de tu tono de voz, con tan solo decir "Hola", sin que pudieras engañarme. Te sentí, además, a través de esa manía tuya de dejar de respirar sofocada por el dolor y la pena. Te sentí pequeña y abrumada cuando conociste mi mundo tan lleno de ruido y color, decidiéndote quedar con cautela y cuando quisiste alejarte te diste cuenta que ya era tarde, formabas ya parte aunque pensabas que no te lo merecías. Te sentí al reír cuando tu mundo era un caos, que junto a mis carcajadas y nuestros susurros construimos un mundo que nos perteneció y en donde ser feliz era la única norma, y cumplirla fue sencilla incluso mientras nos tocó despedirnos. Te sentí y te vi complacida, satisfecha, emocionada, plena e inmensamente emocionada, plena e inmensamente feliz al sentirte parte de una familia que se preocupa por ti. Te sentí tan distante que me llegué a preguntar si no fuiste solo producto de mi imaginación, pero tengo evidencia de sobra que fuiste mi mayor verdad y la realidad más intensa que decidí vivir. Te sentí de nuevo como al comienzo, diferente en algunos aspectos, consciente de que existen muchas cosas que no cambian ni se transforman; esa fluidez, la comodidad, la sinceridad atragantada y ese amor sin nombre que nos arropó hasta los huesos. Te volví a sentir perdida y cerré los ojos con fuerza implorando que logres ver todo lo que eres capaz de hacer, deseando que no sigas otorgándole poder a quien solo te lastima y no te valora.