Te perteneci(ó)eron

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Te pertenecieron tantas cosas que dejaste un par de ellas olvidadas con la prisa de tu partida intermitente mientras les pasabas por encima, como si veneras la importancia que tenían.

Te perteneció mi tiempo, sin importar la hora, indefinido y completo; ese que nunca di por perdido, aquel que invertí siempre en positivo, el que transformé en experiencia de vida como evidencia de tu pasado (efímero) por mi vida.

Te pertenecieron las letras que no me dejaste plasmar en tu piel, de las que hiciste alarde, esas que no siempre te gustaron, aquellas que crecieron como una ola y terminaron por arrasar mi castillo de arena, lleno de ilusiones, para no dejar rastro o huella.

Te pertenecieron mis suspiros y latidos desenfrenados, cuando me faltaba el aire ante tu presencia o simplemente mientras me perdía entre las grietas del desastre que era tu vida, donde yo veía arte.

Te perteneció cada grito de frustración, cada herida que nunca cicatrizó, la decepción de tu repetida petición de perdón y las promesas que no cumpliste mientras te negabas a pronunciar un adiós. Incluso llevan tu nombre un centenar de lágrimas que terminaron refugiadas en la almohada.

Te perteneció un amor diferente y único, aunque no hay registro o evidencia (porque los recuerdos no se pueden imprimir de mi cabeza) que creció, se fortaleció, esperó, caminó, se levantó, chocó y explotó para quedar fragmentado a los pies de una muralla que siempre se lo advirtió.

Te pertenecieron los vuelos turbios, los altos y bajos, los cálidos e incluso los de emergencia, algunos de ellos sin tu cautela, cancelados por tu prepotencia, silenciados por tu descaro y olvidados por tu descuido despiadado.

Te pertenecía mis caricias a poca luz, mis besos robados, los susurros de mis labios, la mirada intensa de mi alma...todo en el combo de mi ser que abandonaste a placer.

Te pertenecí yo pero me dejaste ir...

En la memoria de mis sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora