Te entregué todo de mí, hasta que todo lo perdí, hasta que entendí que te di de más, hasta que me di cuenta que no todo te lo merecías, hasta que me aterré al pensar que no lo tendría de vuelta. Entonces me he encargado de ir –de a poco-, gateando y rasgando hasta obtener todo lo que no te pertenece, con lágrimas en los ojos y un gigantesco nudo en la garganta al ver como no pones resistencia, como no peleas por aquello que una vez compartimos. Me entregué a ti, como a nadie; entrelacé mi vida a la tuya en uno de mis veintidós mil intentos fallidos –e inconscientes- para que te quedaras a mi lado –me eligieras a mí-. Porque mis gestos nunca pierden la esperanza que escuches sus susurros al decirte: 'no te vayas', 'quédate conmigo', abrázame', 'sostenme', no me dejes ir', 'no sé cómo dejar de amarte, joder'... mientras tus gestos siempre me gritaron: 'no me quiero ir pero debo hacerlo', '¿de qué te sirve retenerlo?', 'no sé qué hacer con todo lo que siento por ti', 'eres maravillosa no te aferres a mí', 'todo va a estar bien', 'tengo miedo de perderte', 'perdóname', 'te amo maldita sea'...
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En la memoria de mis sentimientos
Short StoryEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa
