La tristeza en mi pecho es como un agujero que crece, crece y no deja de crecer. Crece a la velocidad del caer de las hojas en otoño, se hace añicos y cruje como cuando sin temor, sin apreciar la belleza, las pisas y pasas por encima de ellas. Y recuerdo, recuerdo su olor, como a lluvia y barro, como al recolectarlas puedes saltar encima de ellas y reír, agradecer, sentir y quedarte ahí apreciando las formas de las nueves. El problema es que no hay belleza, no existe belleza cuando el aire tóxico, cuando te asfixia, cuando te ata y no puedes hacer nada, cuando intentas ignorar l dolor de la impotencia mientras aparentas y aun así alguien se da cuenta. Te da calor cuando el clima es frío, cierras los ojos al dormir y lo intentas pero no lo logras ya que en ocasiones 'querer NO es poder'; deseas llorar para depurar tu sistema pero no hay lágrimas que derramar, al final el origen de la tristeza no es tuyo, no te pertenece forma parte de esa unión que muchas llaman "conexión", la vuelves tuya sin permiso, sin importante las consecuencias y sin saber cómo dejarla ir.
YOU ARE READING
En la memoria de mis sentimientos
Short StoryEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa