En la memoria de mis sentimientos

No quiero

No quiero pertenecer a la distancia, en la esquina viendo tu vida pasar a través de relatos confusos de terceros.

No quiero, me niego, a tener que olvidarte para poder "estar bien", cuando dejaste tantas huellas, cuando te quedaste con tantas cosas que eran mías, que hiciste tuyas y otras que volviste nuestras aunque has llegado a compartirlas con ella.

No quiero seguir manteniendo mi esperanza viva, estando destruida, solo porque mi masoquismo insiste en que te conoce lo suficiente como para saber qué vas a volver a buscarme.

No quiero permanecer callada mientras el cielo se cae a pedazos, haciendo espejo con mis sentimientos, exigiéndome que termine de lanzarte a la cara todo lo que dejaste en la mía y terminemos de resolver que le pertenece a quien, aunque signifique no volverte a ver.

No quiero que sigas pensando que cuidarme es lo mejor que puedes hacer, ya que tu forma de cuidarme es sinónimo de dolor; un dolor que compartimos por razones diferentes con una historia efímera en común que supo a gloria.

No quiero seguir saltando mientras duermo, despertándome a media noche con tu nombre en la punta de mi lengua, con tu imagen en mi cabeza y con tu ausencia –convertida en dolor- alojada en mi pecho.

No quiero emocionarme por el más mínimo detalle que venga de tu parte para después quedarme con la compañía de la ansiedad maldita que se ha vuelto la mejor amiga de mi frustración.

No quiero fundirme dentro de nuestras conversaciones pasadas para confirmar –de nuevo y hasta los huesos- que todo se dio de manera natural, sin esfuerzo, que nos hicimos feliz y que por la misma razón fue que nos terminamos haciendo tanto daño.

No quiero terminar de asimilar que no soy lo que quieres a tu lado para ser feliz, que no puedo darles el poder de que me afecte el cómo te encuentres como si fuera mi responsabilidad tu bienestar, cuando te has cansando de decirme que sabes afrontar las consecuencias de tus decisiones.