En una madrugada de Febrero

2 0 0
                                    


En una madrugada de Febrero, se permitió conocer una parte de mi mundo; fue como si hubiera sido creada para ser parte de él. No lograba dejar de sonreír y tampoco quería, se mostró tímida en un principio y después tan desinhibida, tanto que me dejé arropar por la calidez de sus caricias. Y llegó la hora, había tanta chispa que ni sueño había; sus manos frías, su cuerpo tembloroso y sus ojos que se negaban a ver los míos hicieron de aquella velada mi mejor fantasía. Me dejó abrazarla y darle calor, mi corazón galopaba con anticipación y se encontraba tan expectante que me dificultaba la respiración; su nariz se puso tan fría que ni frotándola con mi mano agarraba calor, entonces se me ocurrió llenarla de besos rápidos y certeros. Dejó de respirar y me llené de valor para hacer aquello que ella ya me había autorizado hacer: la besé, junté sus labios con los míos, para que liberara todo el aire contenido. Y me quedé ahí esperando su respuesta, que aunque se tardó en llegar, terminó por sorprenderme (robándome un par de suspiros) y el frío se alejó dándole paso al calor, a los gemidos (de placer) y jadeos (implorando más), se disculpó un par de veces y yo no podía dejar de negar y sonreír, porque ni en mis mejores sueños había imaginado tenerla entre mis brazos y terminar a su merced. Porque aunque tú no lo recuerdes y yo ya te haya dicho adiós (veintidós mil veces por segundos), aun lo recuerdo y lo guardo en el costado izquierdo de mi corazón, en aquel lugar que tuvo tu nombre (que fue nuestro) y hoy es eclipsado por el dolor.

En la memoria de mis sentimientosWhere stories live. Discover now