Me cansé de ser la espera, la que debe de entender y comprender, la que debe interpretar un papel secundario cuando se merece el protagónico. Me harté de verte siendo feliz por minutos e infeliz por días, mientras me entristece que ese sea tu concepto de felicidad repitiendo el mismo patrón que has criticado, juzgado y sentenciado por años. Agoté mis ganas infinitas de querer salvarte de tu propio desastre, patalee, grité y hasta me quedé quieta, lo intenté todo menos irme, clausurarte el acceso directo a mi vida e ignorarte sin que me doliera y afectara tu reacción. Entonces aquí estoy aún esperando por ti, ese tiempo robado y hasta planificado, anticipado tus mensajes y tus llamadas, anhelando el cobijo de tus brazos, un roce de tus labios, un susurro de tu voz y volver a escuchar ese te amo con la firme convicción de que no te pesa y es real, independientemente de que también ames alguien más, que conmigo no decidiste estar. Y me rio en mis momentos de locura al darme cuenta que todo lo que ha sucedido es producto de aquello que no hemos podido detener y no porque sea imposible sino porque no querernos, la simplicidad, la complicidad, la fluidez, la comodidad y la naturalidad es una droga sinigual, no la encuentras en cualquier sitio y mucho menos todo la combinación junta. Por eso somos un peligro en extinción y no por descuido, sino por no saber qué hacer con tanta belleza y desastre por igual, por atrevernos en lo micro a disfrutarlo, por pensar, pensar y pensar sin actuar, por cuestionar si lo que hacemos está bien cuando nos hemos cansado de decir que lo demás no tiene importancia, pro existir y vivir en un instante efímero que vale más que todo lo que nos queda por experimentar.
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En la memoria de mis sentimientos
Short StoryEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa