Dejarla cada vez es más difícil. Es como si me aplastaran las costillas sin piedad, dificultando mi respiración, y por ende mi corazón trabaja con desesperación haciendo temblar mi cuerpo y mi voz negándome a mirarla a los ojos, intentando ocultar mi dolor y mi profunda tristeza. Es la repetida confirmación de que aunque soy parte de su vida solo cuento con instantes, más allá de nuestros compromisos, y me pregunto ¿Cuánto más voy a poder aguantar sin poder gritar, teniendo que aparentar, ocultando esa parte gigantesca de mí ser? Entonces respiro, de manera profunda y me quedo disfrutando de nuestro tiempo no agendado y limitado. Al abrazarme temblaba entera y mi corazón galopaba haciendo eco a través de la unión de nuestros cuerpos. Su sonrisa fue tan grande y luminosa como mi amor por ella, infinita (durante el tiempo que compartirnos) como mis ganas de verla y tenerla.
ESTÁS LEYENDO
En la memoria de mis sentimientos
Short StoryEntonces sucedió lo que nunca me di el permiso de imaginar y se sintió como saltar a un abismo sin paracaídas y vistiendo mi mejor sonrisa