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𝘴𝘶𝘳𝘦 𝘥𝘦𝘢𝘵𝘩

Todo parecía muy sencillo, pero no lo era

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Todo parecía muy sencillo, pero no lo era. Detrás de las pantallas que proyectaban esta nueva edición de los juegos del hambre todo parecía muy fácil. Estoy segura de que muchas personas pensarán: está rodeada de agua, ¿Por qué se le hace tan difícil ir a buscar un poco? Yo me hacía la misma pregunta. Se me estaba complicando demasiado la idea de conseguir agua; la única opción que me quedaba era hervir un poco de la nieve que estaba debajo de mis pies. Aunque no me gustaba tanto, una fogata aquí no sería tan fácil de prender, además, se identificaría desde lejos. Sería como una señal de: vengan, estoy aquí. ¡Vamos profesionales! . Y si, si venían por mi, los primeros serían ellos.

Aunque también el peligro estaba bajando, bueno, es lo que yo pensaba. El cañón no había dejado de sonar desde que escape de la sanguinaria cornucopia, en total habían sido once veces. Once vidas que se llevaron una vez más, gracias a este deporte tan inconsciente y peligroso que abastecía ni más ni menos nuestro presidente, Coriolanus Snow. Ese hombre tan seco, manipulador y peligroso. El mismo que nos obliga a estar aquí; encerrados como animales, y lo peor, matándonos entre nosotros. Hasta que solo quede uno, el afortunado vencedor.

No sé cómo se pasó tan rápido el tiempo, ya estaba oscureciendo. Y no podría llevar a cabo la loca idea de prender la fogata, porque, si, lo había decidido. Si no lo hacía no podría sobrevivir, era la única opción.

Mi caminata ya había comenzado a bajar su ritmo, lo único que podía observar en los hermosos árboles pintados de blanco era un lindo paisaje, que en otro momento podría estar contemplando detenidamente. Pero, por supuesto que no, lo único en lo que podía pensar era en sobrevivir; o tal vez en mis labios secos, que solo rogaban por una gota de agua, o también en el frío que tenían mis manos, mejor dicho, todo mi cuerpo. Poco a poco se estaba adormeciendo.

Antes de que casi me rindiera, logré encontrar un gran bloque de hielo. Este me serviría de mucho, si lo hiervo podré conseguir una buena reserva de agua—.que conste.—solo era para reponer lo perdido.
Los malditos no nos dieron guantes, por lo que cuando me tocó agarrar el bloque de hielo tuve que reprimir miles de palabras. Me quemaba las manos de lo tan helado que era, pero bueno, eso era lo que menos importaba. Tenía que hacerlo rapidísimo, porque ya casi era de noche, y lo los lobos salen a cazar de noche. No solo me refería a los animales, los profesionales también eran como unos lobos.

En cuanto estaba caminando conseguí una especie de hoja muy rara, que tengo la esperanza de que me ayudara mucho. Por eso, saqué esa hoja dura y de contextura raspante; saqué las pequeñas ramas que guardé en mi mochila y por último el cerillo. Deje todo a un costado para que no molestará, una vez que lo demás estaba listo. Hice dos pozos con la ayuda de mis pies, luego coloqué las ramitas. Y con ayuda de un pedazo de tela, que había roto de mi campera comencé a hacer pequeñas bolitas. Por último, rodeé la pequeña fogata, saqué los cerillos y prendí un pedazo de la tela. Que rápidamente comenzó a dejar ver una pequeña llama de fuego. Como mi cuerpo estaba rodeando ese espacio, no logró apagarse. En lo que se puede pescar un pez, coloqué todo en su lugar. Para mi mala suerte, el tiempo no había alcanzado; la luna, tan brillosa y luminosa ya se podía ver.
Un poco asustada y apurada, me quedé esperando que el bloque de hielo se derritiera. No tardó tanto, pero desde aquí podría escuchar los gritos de Finnick gritando: ¿qué diablos estás haciendo Lea?

En cuanto el agua se dejó ver, tomé la hoja. Estaba tan sedienta, que pensé que nunca podría estar tan feliz por tomar algo fresco. Mis labios rápidamente se humedecieron con el agua, pero también, para no perder más tiempo guardé el agua restante adentro de la botella que vino en la mochila. Y a la vez, apagué la fogata con mis pies. Ahora lo único que quedaba era encontrar un sitio para que mi cuerpo pudiera descansar.

Gracias al cielo encontré el árbol Perfecto, era un poco alto y empinado. Pero servia muchísimo, por eso. Apoyé un pie en este, intentando subir, pero fue inútil. La suela de mis botas se resbalaban. Los estilistas no tuvieron la mejor idea que hacerlas de goma, una que no era ni un poco resistente.
Limpié mis botas sobre el jogging color azul que tenía. Volví a poner un pie en el árbol e intenté escalarlo. Inesperadamente, lo logré.

Gracias a lo que sea que está allá arriba mis botas no se resbalaron, haciéndome caer. De otra manera, hubiera sido el hazme reír de todo Panem. Aunque en este momento, me arrepentía de no haber aprovechado más los circuitos y la enseñanza de cómo escalar un árbol. Le había dado importancia a otras cosas, como: la fogata, alimentación y agua.
Una vez que llegué a una rama un poco aceptable, me acomodé sobre esta. Era un poco inestable, rezaría para no caer desde esta altura. Eran como unos veinte pies, un poco más. La caída dejaría secuela.

Apoyé mi cabeza en la fría y semi-congelada corteza. No iba a poder dormir ya que no tenía algún soporte para amarrarme, y no caer en la noche. Debería aguantar algunas horas hasta que consiga algo productivo. Bueno, nada en realidad, solo algo de un patrocinador.

El cielo se iluminó y el himno de los caídos comenzó a escucharse. No tan lejos de mi, pude observar a los chicos y chicas que murieron en estas horas. Pena, es lo único que sentí. Ellos no merecían esto, no está vida miserable. También estaba nerviosa, no quería observar algo que no me gustará, aunque para mi felicidad, mi compañero no apareció.

Por un momento cerré mis ojos, intentando descansar, pero fue inútil. No podía hacerlo mientras estaba aquí adentro, no mientras mi vida corría peligro cada segundo. Las horas pasaban y pasaban, y yo seguía sin poder cerrar un ojo. Estuve así hasta que comenzó a amanecer, ahí fue cuando me bajé cuidadosamente del árbol, y seguí un camino en línea recta. No sabría lo que encontraría, todo sería una sorpresa.

Mi estómago comenzaba a rugir con desesperación, pero traté de no pensar en ello. No acabaría con toda mi comida los primeros días de los juegos, más adelante me haría falta, muchísima.

Mis ojos estaban sumergidos en la huellas que dejaban mis botas, cada tanto, trataba de arrastrar mis pies así no quedaban. Pero, con el tiempo se me hacía más pensado hacerlo.

Un grito a la par de un cañón me hizo reaccionar, saqué mi cuchillo y estuve alerta de cualquier movimiento cerca de mi. No planeaba matar a nadie si no fuera realmente necesario. Pero, si debía admitirlo, estaba muy asustada. Tenía miedo de morir, y también de matar. No quería convertirme en una asesina, no aquí, no con ellos.

—Pobre niñita, ¿Vieron su cara de asustada?

Esas solas palabras entraron y salieron por mis oídos, produciendo que un escalofrío resonara sobre mi médula espinal. Ese era el mismo tono sarcástico y odioso que en el entrenamiento, en específico, mi combate con la chica del uno. Era ella, y todo su equipo. Los que, posiblemente, acaben conmigo. Por eso, lo mejor que pude hacer es huir de ahí. Pero, sus risas cada vez comenzaron a escucharse más cerca de mi, como si me siguieran. Aunque estaba segura de que no era así, pero, rápidamente mi mentalidad cambió al escuchar lo siguiente:

—¡La princesa del cuatro!¡Es mía!

Cada parte de mi cuerpo logró estremecerse, me escondí detrás de un árbol y traté de que mi respiración de aliviara. Pero no fue posible, esta cada vez se hacía más fuerte, parecía que mi corazón se iba a salir de su lugar.

—¿Dónde te escondes chica cuatro?¿Quieres jugar a las escondidas con nosotros? Porque se muy bien jugar a eso, y te informó, siempre ganó—gritó, como una loca en busca de sangre

—¿Dónde te escondes chica cuatro?¿Quieres jugar a las escondidas con nosotros? Porque se muy bien jugar a eso, y te informó, siempre ganó—gritó, como una loca en busca de sangre

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Fantasmitas se que están ahí
Yo lo veo tOdOOOO

𝐃𝐄𝐑𝐈𝐕𝐄| 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫Where stories live. Discover now