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Habrán pasado unas seis horas desde que estuvimos aquí. Las primeras cuatro me las pase durmiendo, las demás me tocó cuidar de Peeta. Aunque no estuve sola, Finnick y Steven me ayudaron. Cruzamos muy pocas palabras, al igual que con Peeta. Él solo habrá soltado una palabra desde que fue mi turno. Hasta las seis estuvimos despiertos, después le tocó a Katniss. A mi parecer, tal vez exageraban un poco lo de Peeta, él parecía muy tranquilo. Y tampoco podía hacer nada, ya que estaba esposado. Según la teniente, era solo para mantener el orden y seguridad.
Así es como se nos pasaron las horas, hasta que fue hora de continuar con nuestro camino. Cuando Boggs nos indicó que nos debíamos levantar, rápidamente lo hicimos. Una vez que que ya estuvimos todos listos, nos íbamos a ir, pero él nos interrumpió. Sé colocó al frente de todos y mostró una ametralladora.
—Escuchen, no esta cargada—nos mostró el cargador vacío—Es solo para la propo—habló Boggs, colocó el cargador y le dió el arma a Peeta—Andando, cinco cuadras al norte.
Después de eso, todos comenzamos a caminar en la dirección que Boggs nos indicaba. Como lo era antes, él iba adelante, con el holo extendido. Para nuestra buena suerte no había ninguna vaina cerca de nosotros. Aunque aún faltaban tres cuadras. Teníamos que estar con los ojos bien abiertos, posiblemente hayan nuevas amenazas.
Finnick era el que se estaba encargando de cuidar a Mellark. Y era el mejor para esa tarea, él era el que tenía más paciencia de todos los que estábamos aquí. Además, Peeta se sentía muy cómodo con su trato. Mientras ellos repetían las líneas que les tocaban, todos los demás seguimos en silencio.
Luego de unos diez minutos aproximadamente llegamos a la zona que habían dicho. Creo que esta era la zona menos destruida del centro del Capitolio. Al frente de mi habían escaleras, por lo que poco a poco procedí a bajarlas. Cuando ya llegué al asfalto, pude observar que todo era como una abertura. Había un pequeño arco en el medio, que tenía el símbolo del sinsajo pintado. Ya muchas calles lo tenían, las tropas de los rebeldes ya habían pasado por aquí.
Todos íbamos a continuar caminando, pero el pitido sonó, indicando que había una nueva amenaza acechándonos. Cómo lo hicimos antes, nos separamos en dos grupos. Lo único que teníamos cerca para escondernos eran paredes, así que cada grupo fue a una.
Boggs, Chaff, Steven, Katniss y las Leeg estaban de nuestro lado. Nuestro jefe estaba a mi derecha, él tomó una piedra y lentamente asomó su cabeza hacia afuera. En segundos la lanzó hacia la zona en donde indicaba el holo, activando la vaina. Justo en ese momento miles de balas comenzaron a chocar contra todo lo que estaba a nuestro alcance, menos mal que estábamos escondidos porque sino seriamos un queso. Hubiéramos quedado llenos de agujeros por todo nuestro cuerpo.
Una vez que esas cosas dejaron de disparar y romper todo a su paso, Boggs volvió a asomar su cara.
—Despejado—nos avisó—Gale, Steve conmigo; Leegs a los blancos.
