ʀᴇsɪʟɪᴇɴᴄɪᴀ

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𝙍𝙚𝙨𝙞𝙡𝙞𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖

Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado de situación adversos

Había quedado en shock, el mismísimo presidente de todo Panem estaba al frente de mí. Tenía puesto un traje color vino, y la característica rosa blanca que siempre estaba en el bolsillo de su saco. Su cara era seria, y eso, no sabía que era lo que significaba. Muchas personas temblarían de miedo ante esta situación, y me incluyo en ese grupo. Aunque no era para tanto, trataba de mostrarme fuerte al frente de él. Era una gran mentira, porque yo no lo era. Todo lo que había aprendido estos meses, se había ido a la basura. Esas horas y horas de terapia para fortalecerme, y sentirme mejor no servían.

El solo hecho de verle los ojos, algo se producía dentro de mi. Todos mis recuerdos, traumas y emociones cobraban vida.

—¿No me invitará a entrar?—su tono fue tan seco y abrumador, que un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal

Luego de unos minutos, reaccioné. Relamí suavemente mis labios y le hice una seña para que pase a la casa. Inmediatamente, él entró. Sus ojos comenzaron a analizar todo el lugar.

Aún seguía observando todos sus pasos, tanto, que no me di cuenta que miles de papeles estaban encima de la mesa. Eran distintos papeles que había encontrado por toda la casa, antes de hablar con Johanna, estaba dedicándome a limpiar este cuchitril.

—Lo lamentó presidente Snow, no sabría que tendría visitas...—murmuré, mientras comenzaba a levantar todo—Puede ir a la sala, ahí estará más cómodo—le ofrecí

Coriolanus con pasos lentos, comenzó a caminar hacia donde estaba la sala.
En cuanto terminé de levantar todo, pasé las manos por mi remera. Estaba un poco sucia, si Kenny me viera así: sería una deshonrá. Más teniendo a este ser inmundo en mi casa.

Caminé hacia donde estaba la sala, al entrar, pude observar que estaba muy cómodo. Analizando el pequeño cuadro que estaba encima del escritorio. Cuando me vió, levantó su cara. Y me observó con sus facciones duras.

—Debemos hablar de muchas cosas, Señorita Sprintkount. Preferí venir a visitarla antes de informarle sobre una hoja de papel.

Al escucharlo, tragué saliva.

—¿Qué es lo que...que sucede?—tartamudeé

—Usted debería responderme eso—soltó, con seriedad

Esas palabras hicieron que me sienta demasiado insegura. Siendo sincera, no sabía qué mierda es lo que hice. Si es que me comporté bien o mal, no lo sé. Él es el único que me puede dar respuestas. Por eso, a continuación, se estiró sobre la silla. Colocó sus manos sobre el escritorio y habló:

—A lo largo de estos dos años noté varias actitudes de usted—hizo una pausa, y comenzó a jugar con el lapicero—Que no las toleró.

Ahí fue cuando presté más atención. Los nervios comenzaron a invadirme, haciendo que mis manos comenzarán a sudar.

—Las consecuencias de sus actos provocaron varios mal entendidos en nuestra sociedad. Y eso no lo puedo dejar pasar.

—Sea más específico—hablé, por primera vez

—Desde su gira de la victoria cuestione muchas cosas que hizo, y dijo. Pero eso podemos dejarlo en pasado—dejó el lapicero, para luego mirarme fijamente—Usted sabe muy bien el pago que conllevaba sus malas decisiones...

𝐃𝐄𝐑𝐈𝐕𝐄| 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora