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Después de esa conversación ambos nos quedamos callados, él simplemente se fue. No estaba tan a gusto con lo que había pasado, pero me sentía un poco mejor. Él sabía que no dejaría pasar las cosas tan fácil, sólo quería escuchar. Que me cuente su parte de la historia y, tal vez, tratar de comprenderlo. Tenía que saber un poco de la historia para luego meterme en su cabeza y analizar las situaciones, que a su punto de vista estaban bien planteadas.
Después de unos cuantos minutos, inesperadamente, regresó a la habitación. Finnick entró con dos bandejas de comida, no sabía cómo había hecho para pasarlas. Las reglas eran muy estrictas; Nunca llevar comida fuera del comedor, ni guardarla para más tarde (con la excepción de los enfermos que sí pueden sacar comida del comedor). Respetar el horario de comida impuesto cada mañana, junto al resto de actividades que le son asignadas a todos los habitantes del distrito. En fin, él no había respetado ni una de esas. Tampoco se lo podía considerar un enfermo porque ya le habían dado de alta. Pero bueno, al final eso es lo que menos importa. Estaba muerta de hambre, así que comí, pensé que el sabor sería horrible pero no fue así. La bandeja traía dos pequeñas salchichas, puré de papa, una rodaja de pan y un revuelto de arroz. Traía variedad porque esta era la única comida que comeríamos hasta mañana. Lo único que teníamos era: desayuno y cena. Que era aproximadamente a las siete de la mañana y seis de la tarde.
Cuando terminé de comer, el sueño se apoderó de mi. Y sin pensarlo dos veces, cerré mis ojos. Al instante me dormí, pues, hace varias noches no podía conciliar bien el sueño. Las pesadillas habían regresado.
No se cuántas horas pasaron, dormí muy tranquilamente hasta que alguien me zarandeó. Al abrir mis ojos, encontré a Finnick. Él estaba en una posición muy cómoda, estaba acostado en la otra punta de la cama, sosteniendo la cabeza con su brazo.
—¿Qué hora es?—pregunte entre bostezos
—La hora de que vayas con tu equipo, ellos te están esperando. Lanzarán la nuevo propo que filmaron en el doce—murmuró
Aún no reaccionaba del todo, no funcionaba tan bien cuando apenas despertaba. Pero en cuánto mi lamparita se prendió, di un brinco. Mi cabeza choco con la cama de rabia, lo que produjo que Odair suelte una carcajada.
Me había olvidado que esta tarde íbamos a filmar en el doce, bueno, Katniss iba a filmar algo ahí.
—¿Estas bien?—carcajeó
—No es gracioso—solté, entre dientes—Yo debía acompañarlos, es mi trabajo.
—Me ordenaron que no te despertara.
—¿Desde cuándo sigues órdenes? No—hice una pausa y me levanté—¿Desde cuándo sigo las órdenes de terceros?
Él se encogió de hombros.
—Fue Plutarch.
Cuando escuché ese nombre, mi cuerpo se tensó. Siempre que hablaban de él reaccionaba de mala manera. En pocas palabras, lo odiaba.
