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—Podemos llegar a la mínima sentencia.
Mi ceño se frunció.
—¿Sentencia?
—Señorita Sprintkounnt, usted ha roto muchas de nuestras reglas—soltó, en tono pacificó
Ambas nos quedamos en silencio, hasta que yo decidí hablar.
—¿Qué sería esa sentencia?
—Debemos registrar su expediente. Y a partir de ahí con otros funcionarios decidiéremos.
—Entonces...¿Unos idiotas decidirán sobre mi futuro?
Ella acomodó sus manos sobre la mesa.
—Señorita...—la interrumpí
—Señorita nada, esto es injusto.
—No lo es, equilibra la balanza de justicia e igualdad.
—En el pasado nunca estuvo equilibrada esa balanza. Tampoco será ahora.
—Ahora nos adentramos a una nueva época. Estamos en el nuevo Panem.
Lo único que hice fue negar con mi cabeza.
—¿Desde cuánto será la sentencia?
—Arranca desde los seis meses.
Esto, definitivamente, era un locura.
—¿Hasta?
—La muerte.
Al escucharla, un sentimiento de desangrado me invadió de pies a cabeza. Esta cosa si que estaba difícil, podía hasta llegar a perder la vida. Aunque, ¿Eso era posible? Después de todo lo que hice por ellos, ¿Serían capaz?
—¿Cuándo se decide?
—Ahora, lo anunciaremos luego de la ejecución de Coriolanus Snow.
Sin más que decir, me fui de ahí. Llena de emociones, de inseguridad y pánico. No lo merecía, había hecho miles de cosas para que esta revolución se de. Me daba impotencia, y tampoco quería seguir escuchándola. Y ya estaba un poco enojada con la decisión tomada anteriormente. Ahora, estoy que explotó. ¿Cómo podrían tacharme?¿Cómo harían unos nuevos juegos? Se supone que somos el nuevo Panem, pero no es así. Veinticuatro niños irán a una nueva arena para matarse entre todos ellos. Hasta que uno solo gane uno, y llevé consigo el peso de los demás tributos muertos. No era moral ni ético. Todos los que estábamos en esa mesa pasamos por esa misma situación, que es la peor de todas. Deberíamos entender que esos errores no los podemos volver a cometer, ya quedaron en el olvidó, son pasado.
