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Nunca pensé que ambos me querían tanto, por los menos sabían hacer una sola cosa. Aparentar que no me querían muerta, bueno, Snow no tanto. Pero me sorprendía de Coin, estoy segura de que ella esta celebrando mi muerte. Después de todo lo que pasó, yo también lo haría. Pobre de ella, en su cara solo quedaría el recuerdo de mi memoria. Ese moretón que le quedó en la cara habrá pasado por varios colores y tamaños. Es algo que nunca me arrepentiré de hacer, es más, lo disfruté. Con gusto lo volvería a hacer.
Pasaron varios minutos desde que la pequeña conmemoración a nosotros pasó, lo único que hicimos fue quedarnos en silencio. Mientras comíamos lo poco que quedaba. Hasta que alguien decidió hacer algo más productivo.
—Snow está en su mansión, ¿Donde es?—preguntó Everdeen, acercándose a mi
Rápidamente saqué el holo de mi traje, lo coloqué sobre una mesa y lo prendí. Ahí mismo se proyectó un mapa de toda la ciudad. Cressida se acercó hacia nosotras y arrugó su nariz, mientras veía las calles.
—Estamos aquí—Cressida nos señaló un lugar en el holograma—El círculo de la ciudad, unas setenta o setenta y cinco cuadras al norte.
—¿Setenta y cinco cuadras?—preguntó Finnick, con los ojos bien abiertos
—Estamos vivos, eso nos da ventaja. ¿Estos edificios dan vista al jardín de Snow?—pregunté—Podríamos atacar.
Una voz se escuchó al fondo, en plena oscuridad. Al acercarse hacia la luz, pude ver que era uno de los camarógrafos, Castor.
—La tienen—aseguró
—Nos estamos adelantando mucho. Nos estén buscando o no estamos atrapados. Aprieta el botón, busca vainas—habló Jackson
Hice lo que me pidió, apreté el botón y miles de puntos rojos aparecieron alrededor de nosotros. Mis ojos se abrieron, sorprendida. Estábamos más que rodeados, y eso que esto no mostraba las nuevas.
—Hay una cada diez pasos—soltó Steve
Después de eso todos comenzaron a opinar que podíamos hacer. Era casi imposible cruzar una cuadra, estábamos rodeados de vainas. Así que esa no era una buena opción. Pero, desgraciadamente, era la única que teníamos a mano. Tendríamos que arriesgarnos a eso y a ser vistos. Eran unos nuevos juegos del hambre, sí, pero esta vez sería distinto. Esta vez habrá más de un vencedor.
Pollux llamó a su hermano, y le señaló al piso.
—Tal vez haya otra forma—dijo Castor, sonriente, al ver a su hermano
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Con bastante cuidado y a pasó a tortuga logramos salir de aquí y, obviamente, fue con la ayuda de Pollux. Él fue quién dió la idea de irnos por los túneles. Según el holo era la única salida que no contenía vainas.
