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I KILLED HIM

Todo transcurría en cámara lenta, ambos corríamos

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Todo transcurría en cámara lenta, ambos corríamos. Ambos tratábamos de escapar de esa araña gigante de metal, muto, mejor dicho. Los inventos de los vigilantes no se quedaban atrás, de por si estaba muy impactada por el diseño de la arena. Todo parecía tan real, no parecía ser inventado por los toques de algunas teclas. Quisiera imaginar que ese muto que en este momento nos corre, es algo más que me imaginación, pero, lastimosamente no era así. Esa monstruosidad estaba diseñada para matarnos, y claro, dar un buen show a los que estaban viendo detrás de esta pantalla.

Debo admitir que yo también le prestaría atención a algo como esto, pero en cambio lo único que tengo que hacer es correr.
Nunca corrí tanto, mi corazón y pulmones creo que iban a explotar en cualquier momento. Necesitaba parar, pero si lo hacía estaba segura de que mi final no sería muy bueno. Lo que más temía era que una de estas cosas me ataque o en el peor caso, me maté.

Iba a seguir mi recorrido, pero una gran pata metálica se interpuso en mi camino. Al levantar mi cabeza, pude jurar que sentí como mis cuerdas vocales se desgarraban. Esta mierda era gigante, y en su boca habían in colmillos tan filosos y grandes que con un solo toque te degollarían. También debo agregar que ya no me importaba que los demás tributos me escucharan, porque la—.triste.—realidad era que ahora si estaba jodida. Sentía que en cualquier momento, esa cosa terminaría conmigo. Pero, gracias
al cielo no fue así. Una persona me salvó de las patas de la araña. En específico, mi compañero, Steve Gray.


—¡Oye, aquí!—Steven comenzó a gritar,  y mover sus manos en dirección a la araña. Estaba tratando de distraerla, y lo logró.

Me había salvado de casi morir. Mi vida había dependido de un hilo hace menos de un minuto. Pero como vivía en la misma desgracia, aún dependía de este. Había otra araña, que justamente estaba acechando a Gray desde la oscuridad. Menos mal, que yo lo noté, porque si no ambos seríamos comida de arácnido. La mayor parte de mi cabeza estaba pensando en eso, pero la otra mitad estaba pensado cómo hacer para sobrevivir, en cuanto la idea surgió lo que hice fue lo siguiente: Rápidamente traté de llamar la atención de la otra, una vez que lo logré, comencé a correr al lado contrario. El dolor en mi pierna no se hizo rogar, pero ahora la unida idea dije en mi cabeza era que debía alejar a la otra lo más posible de nosotros, aún no sabíamos su punto débil. Además, hay que ser realista, un pequeño cuchillo no me serviría para matar a tal monstruosidad.

Corrí por varios—.demasiados.—minutos, la nieve cada vez hacía que me cansara más. Y también se atoraba debajo de mis botas de goma. Unas que con el tiempo aprendí a querer muchísimo. Eran las únicas que no me abandonaban, y que me calentaban.

𝐃𝐄𝐑𝐈𝐕𝐄| 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora