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Me quedé unas unas tres horas más hablando con Finnick, y en esa conversación salía lo que sea. Él fue el que habló más, me contó que es lo que estuvo haciendo todos estos años. Y cómo intento sobrellevar mi supuesta muerte, debo admitir, que todo lo que dijo hizo que mi corazón se apretujará un poco. Finnick si había intentado buscarme, hasta que, simplemente, se rindió. Los años hicieron que esa esperanza de que yo esté viva se apagará cada vez más y más. Luego de que nuestra charla acabo, llegó el momento que menos quería: el de bajar. No voy a decir que fue fácil, porque no lo fue. Tuvimos que hacer miles de maniobras para poder bajar, y mantenernos completos. En un momento, casi caemos. Pero gracias al cielo él supo reaccionar, y tomar el barandal a tiempo. Si nos caíamos, adiós tributos del cuatro. Pero ahora que lo pienso, no hubiera sido una mala opción. No creo que vuelvan a elegir a otros tributos, o tal vez sí...
Con toda la distracción no me había dado cuenta que el tiempo había volado, ya casi eran las cinco de la mañana. Si no me equivocaba, a las siete teníamos entrenamiento. Por eso, cuando puse un pie en la cama, me dormí al instante. Las pocas horas que dormí fueron muy lindas, hasta que unos pequeños toques en mi hombro me despertaron. Con pereza, abrí mis ojos. Al frente de mí había chica, que por desgracia, era un avox. No puedo imaginarme la tortura que sea que taquen algo de tus cosas; y ya no puedas hablar, mirar, entre otras cosas. Era un método horrible de tortura, bueno, todos lo eran. Desde el más pequeño e insignificante hasta el más grande y doloroso. Ya cuando estuve un poco más despierta, salí corriendo a vestirme. Tome la ropa que estaba en el armario, y me vestí rápidamente. Al terminar, troté hasta donde estaba la sala. Cuando llegue ahí, todos se encontraban desayunando. Y al verme, me sonrieron. Al frente de mí había un reloj, ahí decía que aún faltaban unos diez minutos para el entrenamiento.
—Buenos días.
Todos me saludaron por lo bajo, el único asiento era el que estaba al lado de Mags, así que con gusto, me senté ahí. Tomé una rebanada de pan y le unté un poco de mermelada de frutillas. A la vez, también me serví un vaso de jugo exprimido. No iba a comer tanto, ya que con este tiempo, mi estómago estaba un poco cerrado. Además, la comida a la mañana me caí mal. Pero tuve que desayunar igual, porque sino recibiría miles de quejas de Kenny, diciendo: "ay deberías desayunar, es la comida principal. Te proporcionará miles de cosas que te ayudarán a mantenerte con energías todo el día" . Ella si que se tomaba el papel de madre, muy en serio. Y creo que también le gustaba. El desayuno fue muy silencioso para mi gusto, las pocas palabras que crucé fueron solo con Kenny o Finnick. Mags, obviamente, no hablaba, pero pensé que por los menos Annie diría algo. Pero no, lo único que hizo fue comer cabizbaja y en silencio. También trataba de entenderla, era un golpe duro regresar aquí. Para todos, pero aún seguíamos manteniéndonos de pie, si no lo hacemos por nosotros, ¿quién lo hará? Ya cuando fue la hora de ir a entrenar, Finnick y yo desaparecimos del lugar. En el trayecto hacia el centro, un Avox nos acompañó. Al llegar al ascensor, nos dejó solos. Estuvimos menos de un minutos metidos ahí adentro, porque en cuanto se abrió, pudimos ver los gigantesco y equipado que estaba. Miles de circuitos, estaciones y armas. Y bueno, lo principal: los tributos. A los primeros que pude ver fueron a Cashmere y Gloss; ellos estaban practicando con unos cuchillos rojos. Luego estaban los del dos, que estaban practicando por separado. Enobaria estaba luchando con uno de los entrenadores, y Brutus estaba en una estación, tirando lanzas hacia las animaciones que aparecían. Luego, teníamos a los genios; que estaban en un especie de árbol, intentado hacer algo. Después los del ocho, estaban en la estación de bichos o algo así. Y por último, pero no menos importaba estaba Johanna; lanzando hachazos al aire. Mientras Bligh la miraba. Parecía que habíamos llegado temprano, ya que había muy pocos tributos.
