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FAREWELL.

En cuanto lo escuché, mi corazón comenzó a latir con desenfreno

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En cuanto lo escuché, mi corazón comenzó a latir con desenfreno. No estaba preparada para bajar, no para enfrentar a todo el distrito cuatro. Ya lo había hecho con el Capitolio, pero con mi distrito se hacía mucho más difícil. Porque ellos si eran mi familia. El cuatro es un distrito mediano, todos nos conocemos entre todos. Los rumores corren muy rápido. Eso es lo que menos me gustaba, en menos de segundos, miles de cosas tuyas podían salir a la luz: desde tu secreto más simple, hasta el más oscuro y pequeño que te guardes. Y aquí no hacían falta los chismes, los juegos dejaron ver todo lo sucedido. Ellos, seguramente, nos estuvieron viendo. Incluyó a Steve, que por mi culpa, él no está aquí. Hizo un sacrificio estúpido, porque yo nunca se lo pedí, no le pediría a nadie que ponga su vida en riesgo por mí. Pero bueno, aunque trate de hacer que su muerte fue insignificante para mí. Muy por dentro, me duele más que nada. En el instante que pienso en él, siento como si me inyectaran una dosis de veneno en las venas. Es cómo si me quisieran matar de la forma más lenta y dolorosa que existiera en todo este mundo.

Mi mente en cualquier momento iba a colapsar, con el tremendo dolor que tenía, agregándole todos los escenarios que visualizaba y recordaba.

—Hey, tranquila. Todo estará bien.—habló, en un tono pacífico y tranquilizador

—¿Cómo lo sabes?—pregunte, tratando de calmar mi respiración, si no, en cualquier momento comenzaría a llorar

—Porque te tengo confianza. Y, te voy a aconsejar que no te guardes todos los sentimientos que sientes ahí adentro—contestó, señalando mi pecho—Si lo sigues haciendo, simplemente, explotarás...

—Es que...la verdad, ni si quiera controlo mis emociones—admití, cerrando mis ojos por un momento—Desearía poder escapar de todo esto, pero sé que no puedo. Es todo muy reciente, aún me siento...

—Chicos, bajamos en cinco.

Kenny me interrumpió, y en cuanto vió que lo hizo, se disculpó. Luego de eso, siguió su camino. Era hora de bajar, debía aceptar mi destino de una vez por todas.

—Estamos en casa, ya nada malo puede pasar...—susurró él, antes de salir del vagón

Eso era verdad, pero el antes y después de los juegos me generaron demasiada inseguridad. A cada paso que daba, sentía que algo iba a pasar. Parecía muy negativa, pero era lo que pensaba mi cabeza en ese momento.

Una vez decidida, me levanté de la cama. Y comencé a dar pasos cortos hasta donde estaba la compuerta más grande de todo el tren. Al llegar ahí, pude encontrarme con todos. Aún estaban vestidos como anoche, bueno, Kenny era la única que se había cambiado. Ella lo hacía cada cinco minutos si era posible.

𝐃𝐄𝐑𝐈𝐕𝐄| 𝐅𝐢𝐧𝐧𝐢𝐜𝐤 𝐎𝐝𝐚𝐢𝐫Where stories live. Discover now