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Aunque me había acostado a las cinco de la mañana, a las diez ya estaba arriba. Pedí servicio a la habitación y, mientras me daba una ducha, escuché el timbre. Me muero de hambre.

Una mujer grande estaba frente a la puerta con un carrito.

— Buenos días, señorita — me saludó ella, y le sonreí. — Servicio a la habitación — dijo, y sin más entró con el carrito.

— Muchas gracias — le dije. Ella me sonrió y se marchó.

En el carrito había variedades de postres, una tetera grande y al lado una cajita con adornos llena de sobres de café y diferentes tipos de té.

Prendí la TV y dejé un canal cualquiera. Fui al baño y me puse una mascarilla para el cutis. Cuando volví a la habitación, preparé una taza de té para desayunar.

La puerta volvió a sonar y, confundida, fui a ver quién era.

Abrí con lentitud y solo dos personas estaban allí.

— ¿Qué hacen aquí? — los miré confundida. — Por cierto, se ven horribles — dije.

Ellos ignoraron mi pregunta y entraron a la habitación.

— Despejado — dijo Camila, observando la habitación.

— Despejado — repitió Shawn al salir del baño.

— ¿Despejado de qué? — pregunté.

Ellos se sentaron en la cama y me observaron.

— ¿Por qué no te despediste anoche? — habló Camila, seria.

— Sí, y ¿con quién te fuiste? — preguntó Shawn, colocando una pierna sobre la otra y apoyando una mano en su mentón.

— ¿A qué vienen todas estas preguntas? — dije, y entonces lo entendí. — Oh, ya entiendo a dónde quieren llegar — me reí. — Me trajo Nathen — ellos se observaron y luego me miraron.

— ¿Por qué no nos lo dijiste? — dijo Camila.

— ¿Decirles qué? — los miré confundida.

— Pensamos que te había pasado algo — dijo Shawn.

— Que exagerados — hice una mueca.

No puedo creer que me estén haciendo una escena por no avisarles. Aun así, los amo mucho.

— ¿Qué pasó con Nathen? — preguntó Shawn, y abrí mis ojos como platos.

— ¡No les voy a contar mis intimidades! — dije. Okey, eso no sonó del todo bien. Camila alzó una ceja. — No pasó nada — suspiré. — Luego de la fiesta, Nathen se ofreció a llevarme hasta el hotel. Nada más. Nos despedimos y listo, él se fue a su rumbo y yo entré al hotel. ¿Felices? — dije.

Ellos estallaron en carcajadas, y los miré confundida.

— ¿De qué demonios se ríen? — dije, indignada.

— De toda la escena que hicimos — rió Shawn.

— Ven aquí, tonta — me dijo Camila. Indignada, fui hacia ella.

Ella me jaló y caí en la cama. Solo se escuchaban nuestras carcajadas. Creo que despertamos a medio hotel.

— Con la carita verde, eres aún más adorable — dijo Shawn. Maldición, tengo la mascarilla puesta.

Agarré la almohada y le di un almohadazo a Shawn en la cara.

— Ya, ya, ya — dije, ya sin aire, y los tres nos incorporamos bien. — ¿Cómo pasaron sin avisarme en la recepción? — pregunté.

Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now