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Toda la mañana, mi móvil sonó hasta que no tuve más opción que contestar.

— Aja — dije y bostecé.

— ¿Ajá? — se escuchó una risita burlona.

— Shawn, tengo sueño — gruñí. — Déjame dormir.

— Deja de tonterías. Levántate, tenemos que ir a un sitio — dijo. Bufé y le di un puñetazo a mi almohada.

— Ahí levanto a tu hermana — suspiré.

— No, no la levantes — se apresuró en decir — Solo iremos tú y yo. Nos vemos en quince minutos — finalizó la llamada.

Observé a Aaliyah, que estaba durmiendo toda babeada.

Me levanté, me di una corta ducha, me sequé el pelo y luego fui hacia mi maleta en busca de ropa. Opté por una falda de jean con una camisa color salmón y me puse unas texanas. Agarré mi bolso, me rocié perfume y salí de la habitación. Shawn se encontraba a unos centímetros esperando.

— ¡Hey! — dije cuando lo vi.

— Buenos días, Tina — me dijo él. Sonreí.

— Buen día — lo abracé. — ¿A dónde vamos?

— A dar un paseo — dijo él. Sin más, nos adentramos al elevador.

Salimos a las calles de Vancouver y nos subimos al vehículo que nos esperaba.

— ¿Me dirás dónde vamos? — él rió.

— Eres una impaciente — dijo, achinando los ojos.

— Lo sé — sonreí y empecé a observar la ciudad por la ventanilla.

Después de unos minutos de viaje, el auto se estacionó y bajamos.

Nos adentramos en un local de... ¿Móviles?

— ¿Y qué hacemos aquí? — lo miré ceñuda.

Ignorando mi pregunta, se dirigió hacia un chico de nuestra edad que al parecer era un empleado de aquí.

— ¿Qué tal? — dijo Shawn, llamando su atención. El chico levantó la mirada y sonrió.

— Buenas, ¿en qué puedo ayudarlo? — dijo él.

— Es para reparar la pantalla de un móvil — dijo Shawn, y se dio la vuelta. Lo miré sin entender, y él me hizo una seña para que me acercara.

— ¿Modelo del móvil? — dijo el empleado. Shawn me observaba.

— ¿Qué? — pregunté confundida. ¿Por qué me miraba?

— Tu móvil — dijo sin más.

— Ah, sí — lo saqué de mi bolso — Oye, espera ¿Para qué? — él rodó los ojos y me lo quitó de las manos.

— Pobre móvil. Sobrevivió a una tragedia — el chico y Shawn se rieron. No me causó gracia.

— ¿Tiene arreglo? — preguntó Mendes.

— Claro, estará listo para la tarde.

Shawn sonrió y sacó su tarjeta de crédito.

— ¿Esto es una broma, no? — dije incrédula.

El chico nos observó con una ceja alzada, sin entender nada.

Shawn le entregó su tarjeta de crédito y el chico cobró por la reparación.

Furiosa, salí de la tienda. No me gusta que él haga esto, aunque tenga millones en su cuenta bancaria. No me gusta que gasten por mí.

— ¿Qué sucedió? — Shawn ya había salido del local — ¿Tina, te enojaste? — no respondí. — Oye, no me gusta que te enojes.

Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now