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Los últimos tres días que tuve libres los pasé con Nathen. Recorrimos lugares junto a él y sus amigos, y la pasé genial.

Ahora me encontraba en el aeropuerto de Nueva York. Allí me estarían esperando Christian y Alice, mi guardaespaldas y representante.

Salimos del aeropuerto con fotógrafos siguiéndonos, pero todo terminó cuando entré en la camioneta.

—Christian, ¿cómo has estado?—pregunté.

—Excelente, señorita—contestó él. —¿Y usted?

—No me digas usted— reí. —Yo estoy súper— sonreí.

Él me devolvió la sonrisa.

—¿Cómo ha sido tu viaje, Mar?— preguntó Alice. Tenía unos ojos envidiables.

—Muy bien—sonreí.

—Me alegro— dijo ella.

Al llegar al hotel, ella fue por las tarjetas mientras yo esperaba a un lado con Christian, quien llevaba mis maletas.

Luego fuimos al ascensor y al llegar a nuestro piso, ella nos repartió las tarjetas.

—Nos vemos en la noche —dijo ella.

—¿En la noche?— dije confundida. —¿Qué hay en la noche?— pregunté.

Ella se rió. —Hay una fiesta esta noche. Es algo antes de la gala— asentí. —Espero que hayas traído un vestido— me guiñó el ojo.

—Nos vemos—me despedí de ambos y entré a la habitación.

Recorrí toda la habitación para no llevarme ninguna sorpresa y, cuando terminé, me recosté.

¿Una fiesta? No tenía ánimos de ir a una fiesta. Bufé y miré la hora: cinco y media. Suspiré y decidí darme una ducha.

Prendí la llave, me desnudé y entré a la ducha. Me enjaboné el cuerpo y lavé mi cabello.

Cuando estuve lista, salí, me puse la bata y enrolle una toalla en mi cabello. Salí del baño y empecé a rebuscar ropa en mi maleta. Debo tener un vestido lindo.

Saqué un vestido rojo largo con mangas. Este me pondré. Sonreí victoriosa.

Decidí prepararme, me sequé el cabello, me puse el vestido con los zapatos, me hice ondas y por último me maquillé.

Me coloqué un labial rojo y ya estaba lista.

Oí que tocaban la puerta, mientras me acomodaba el vestido, fui a abrirla.

Alice estaba allí con un vestido largo negro con brillos.

—Te ves muy hermosa—dijo ella.

—Tú también—sonreí.

—Gracias—sonrió. —¿Ya estás lista?— preguntó.

—Oh, sí. Iré por mi cartera y vamos—ella asintió. Busqué mi cartera, coloqué mi móvil, mi perfume y un labial. —Ya estoy— dije cuando volví hacia ella. Cerré la puerta y caminamos hasta el ascensor.

Christian estaba a mi lado con un traje negro.

Nos adentramos al ascensor y bajamos a la planta baja. Alice se alejó para ver si nuestro vehículo ya estaba en la puerta.

Saqué el perfume de mi cartera y me puse un poco en la clavícula y un poco en las muñecas.

—¡Tina!— oí a mis espaldas. Al girarme me encontré con mi mejor amigo.

—Hey, Shawn— dije y caminé hasta donde se encontraba. —¿Cómo estás?

——Limón—dijo oliendo mi perfume. —Bien, ¿y tú?

—Bien—sonreí.

—¿Vas a la fiesta?— asentí. —Cool. Oye, Tina, ¿cuántos días te quedas?—preguntó él.

—No lo sé, luego de la gala. No tengo nada que hacer. ¿Por qué?— él sonrió.

—Connor hará una fiesta—hice una mueca. —¿Qué pasa?— preguntó él.

—Es que...—me interrumpió.

—Prometo que esta vez no habrá drogas— dijo. —No te harán daño— Noté que Alice se acercaba.

—Está bien. Iré—él sonrió.

—Shawn Mendes—dijo Alice cuando llegó a nuestro lado. Shawn la observó y sonrió.

—¿Qué tal?—saludó incómodo.

—Shawn, ella es Alice, mi representante.

—Un gusto, Alice—dijo Shawn.

—Martina— me di vuelta y vi a Jake. —Mírate— sonrió. —¿Cómo has estado?— me abrazó. Por dios, Jake me acababa de abrazar.

—Jake, tanto tiempo— sonreí aceptando el abrazo.— Ando muy bien. ¿Y tú?—él asintió.

—De maravillas— contestó. —Estás cambiada— dijo. —Ya no eres aquella joven que conocí en Argentina— reímos. —Con todo respeto, estás muy bonita— sonreí.

—Muchas gracias, Jake.

—Ahora sí, a lo que venía. Ambos usan el mismo transporte—Shawn y yo asentimos. —Okay, vayamos a la van. Nos están esperando.

Caminamos hasta encontrar la van y nos adentramos.

El chófer empezó a conducir hasta el lugar donde se haría la fiesta. Y madre mía.

Había paparazzi por todos lados, famosos a reventar.

¿A dónde me he metido?

—Vamos, Tina— dijo Shawn.

—Tengo miedo— admití.

Él se rió. —No seas tonta, yo estaré a tu lado. Siempre— dijo, y le sonreí. Besó mi mejilla y fue él quien bajó primero, luego me sostuvo la mano para bajar. Apoyó una mano en mi cintura y caminamos juntos hasta la entrada.

—Tina, no te avergüences. Y mucho menos te sientas inferior— dijo Shawn en mi oído. —Quiero que sepas que hoy todos están interesados en ti. Hoy, tú eres el centro de atención— y no sé por qué simples palabras pueden llegar a motivarte.





Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now