-107-

946 55 3
                                    

Una semana después, sentí un tacto suave en mi rostro. Al abrir los ojos, vi a Shawn a mi lado, frotando una rosa blanca sobre mi piel.

—Buenos días —dijo él.

—Hola —sonreí y estiré mi cuerpo.

—Sorpresa —susurró él, y lo observé confundida.

Él desvió su mirada, y seguí su mirada con la mía.

—Shawn —dije al ver flores por toda la habitación y globos flotando—. ¿Qué es todo esto? —pregunté asombrada.

—Es nuestro aniversario de mejores amigos —sonrió.

—¿En serio? —pregunté, y él asintió—. Es muy bonito, gracias —lo abracé.

—Te am... quiero —noté sus mejillas ruborizadas.

—O estoy loca, o tú ibas a decir...

—Dije, te quiero. Te quiero, Tina.

Me quedé un segundo analizando sus palabras.

—Piensas demasiado, Tina.

—Mientes demasiado, Shawn.

—¿Miento?

—Omitir es mentir.

—¿Qué estoy omitiendo?

—Lo que sientes.

Bufó.

—Tienes razón, te has vuelto loca.

Aunque él no lo admita, me quedaré con lo que escuché desde un principio.

Me extendió una bandeja en la que había una taza de té y otra de café, y donas. Pero no cualquier donas, estas tenían formas muy lindas.

—Qué adorable —dije.

Tomé un sorbo del delicioso té que preparó Shawn, y justo cuando iba a agarrar una dona, sonó mi móvil y ambos nos miramos extrañados.

—Contesta —dijo él.

Agarré el móvil de la mesita de luz y vi el nombre de quien llamaba.

—Es Nathen —observé a Shawn horrorizada.

—Solo contesta y habla lo más natural posible —asentí, suspiré y contesté.

—Hey, Nathen —dije y mordí una uña nerviosa. Shawn prestaba atención a lo que decía.

—Hola cariño —dijo él— ¿Cómo estás? Hace una semana que no me hablas —oí que fingía llorar.

—Lo lamento, no estoy pendiente del móvil —mis manos empezaron a sudar.

—No te preocupes, ya nos veremos —dijo él.

—Sí, pronto —hablé.

—Mañana viajo a Buenos Aires —abrí los ojos grandes.

—¡¿Qué?! —salté de la cama—. ¡¿Por qué?! —pregunté.

—¿Qué sucede? —susurró Shawn.

—¿Cariño, lo has olvidado? —dijo él.

—¿Olvidar qué? —pregunté.

Él se rió— Ay, cariño. Nuestras visitas cada quince días —dijo—. Hace quince días estuviste conmigo y ahora me toca a mí ir a tu casa —me di una bofetada en la frente—. Cielo, ¿en serio lo has olvidado? —preguntó él.

—No, claro que no —maldecí mentalmente—. Es que ahora estoy súper atareada y ni siquiera estoy en mi casa —Shawn me observaba.

—¿Dónde estás? —preguntó él.

—Estoy en casa de una amiga, no importa —suspiré—. ¿Cuándo llegas?

—Mañana en la noche tomo el vuelo —dijo.

—Ok, cariño. Nos vemos —dije—. Adiós —y finalicé la llamada—. Nathen estará en mi casa en dos días —miré a Shawn con temor.

—¿Qué? —dijo él.

—Lo que oíste —toqué mi pelo nerviosa—. Lo había olvidado por completo.

—No te preocupes, Tina —me abrazó—. ¿Cuándo nos volveremos a ver? —preguntó.

—Supongo que en quince días, cuando yo vaya a Canadá —él asintió.

—Te estaré esperando —dijo él.

Asentí, aunque me sentía desilusionada.

—Llamaré a Sofía por si Nathen llega antes que yo a mi casa. Ella le avisará a mi padre que estoy en su casa, así nadie sospecha nada.

—¿Pero qué le dirás a Sofía? —dijo él.

—No lo sé, le inventaré algo —bufé.

¿Por qué tenía que arruinarlo todo?







Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now