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31 de diciembre

— Martina, quiero que esta noche haya comida típica de Argentina —Me miró con asombro.

— ¿En serio? —Pregunté.

— ¡Ay sí! —Exclamó Aaliyah. — Mar, ¿tú sabes preparar algo?

—Ella es buena cocinando —intervino Shawn.

—Ay, tú no te metas —respondió su hermana, y reímos.

—Bueno... —dije. — ¿Qué les gustaría probar? —Sonreí y ella celebró.

—Primero que nada, vi muchos postres argentinos que muero por probar —dijo.

—No hay ningún problema en hacerlo —respondí.

— ¿Qué es lo más típico que comen los argentinos en estas fechas? —preguntó Shawn.

—Bueno, la verdad es que la mayoría comemos comidas frías como "entrada", acompañado luego de un asado —expliqué, sonriendo.

—Suena delicioso —dijo Mila.

—Puede ser, tomates rellenos con arroz, atún y aderezo —comente y Shawn hizo una mueca al oír el tomate. Nos reímos.

—Yo quiero probar eso —dijo Camila.

—Sí, yo también —añadió Aaliyah.

—Bueno, haz lo que más te guste —intervino Karen. —Estas Navidades serán un poco diferentes —sonreí—. Vayan al mercado a comprar lo que se les haga falta —asentí.

—Vamos, Tina —dijo Shawn a mis espaldas.


Asentí y nos dirigimos hacia la entrada. Agarramos nuestros abrigos y salimos de la casa.

Nos subimos al auto y nos pusimos en marcha hacia el supermercado más cercano. Al llegar, estacionamos y bajamos. Había mucha gente comprando. Agarré un carrito y nos adentramos en las góndolas, con Shawn a mi lado observando.

Decidí hacer dos tipos de postre: una chocotorta y un flan, además de la típica ensalada de frutas. Tomé dos potes de queso crema y busqué desesperadamente algo similar al dulce de leche.

—¿Qué te pasa? —preguntó Shawn.

—No encuentro algo similar al dulce de leche —dije, mordiéndome el labio inferior.

—¿Eres tonta? —me dijo riéndose— Si tú trajiste dos potes de ese dulce la última vez que viniste. —Me di una bofetada mentalmente al recordarlo.

—Tienes razón —sonreí.

Seguimos buscando ingredientes para mis postres y luego fuimos a comprar las frutas.

—¿En serio vas a hacer eso de los tomates? —preguntó horrorizado al verme tomarlos.

—Sí —dije, colocándolos en una bolsa.

Hizo una mueca y se apartó de los tomates. Luego, fui al otro lado y agarré muchas frutas: banana, kiwi, piña, de todo un poco para hacer la típica ensalada de frutas.

—¿Y eso es para? —preguntó curioso.

—En Argentina, luego de cenar y brindar, se come ensalada de fruta —asintió.

—¿Qué más lleva? —preguntó. —Te puedo ayudar con los otros ingredientes.

—Gracias —sonreí—. Lleva, bueno, frutas, zumo de multifruta, alguna bebida alcohólica con sabor frutal y nada más —asintió.

—Está bien, ahí volveré —dijo alejándose.

Coloqué todo lo que necesitaba y fui por el atún, que era lo único que me faltaba.

—Disculpa... —Me volteé y vi a una chica joven de unos dieciséis años.

—Hola —sonreí, aunque estaba confundida.

—Disculpa que te interrumpa —dijo apenada—. ¿Puedo tomarme una foto contigo? —se ruborizó.

—¿Conmigo? —dije confundida.

—Sí —respondió—. ¿Tú eres Martina, no? —Ahí me di cuenta.

—Ah, sí, soy yo —sonreí.

—Oh, bien. Creí que me había confundido —dijo nerviosa. Sonreí.

Se acercó a mí, colocó la cámara y se escuchó el sonido de que había tomado la foto.


— Eres aún más bonita en persona —sonreí—. Tu rostro está en todo Canadá, también sales en aquel comercial. Eres muy preciosa.

—Muchas gracias, guapa —del impulso la abracé.

—Es muy tierno que pases fin de año con Shawn y su familia —sus mejillas estaban ruborizadas.

—Oh, gracias —sonreí—. Shawn se encuentra dando vueltas por las góndolas —dije, y ella me miró con asombro.

—Oh, por dios —dijo asombrada—. Te amo, Martina —dijo, y me abrazó—. Okey, ya dejo de molestarte —dijo nerviosa. Nos despedimos y desapareció por los pasillos.

Sonreí. Wow, era la primera vez que me pedían una foto. Estoy anonadada.

Agarré las latas de atún y cuando me volteé con el carrito, vi a Shawn con las cosas que le pedí.

—Gracias —sonreí.

Las colocó en el carrito y me observó.

—Acabo de vivir algo muy loco —dijo. Y lo observé para que siga hablando—. Una fan se me acercó, nos sacamos la foto y antes de irse dice "No seas tonto y no pierdas nunca a Martina". ¡Quedé perplejo! —abrió sus ojos grandes. Me reí.

—¿Y qué le dijiste? —dije mientras seguía riendo.

—No pude articular ninguna palabra —dijo. Negué riendo y empujé el carrito para ir a la fila de la caja—. Seguiré su consejo. No quiero perderte —susurró a lo lejos.

Pero lo oí.








Conociéndote ~ SMWhere stories live. Discover now